A
partir de la segunda mitad del siglo XIX, el nacimiento del movimiento
feminista cambió la figura de la mujer en el mundo. Las mujeres buscan la
paridad entre los sexos, y empiezan con el derecho a voto. Este movimiento empieza a aparecer ya a finales
del siglo XVIII, en particular en 1791, año en el que la francesa Olympe De Gouges escribió una
“Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana”, basada en la
proclamación de la Revolución Francesa acerca de los derechos del hombre y el
ciudadano, pidiendo la igualdad de derechos respecto al hombre. Pero
Robespierre se opuso y Olympe fue guillotinada. A pesar de su destino trágico,
su obra fue el principio del camino hacia la conquista del feminismo. Por
tanto, el movimiento se difundió en
la Francia revolucionaria, pero la introducción del código civil Napoleónico destruyó el sueño de rebelión, puesto que
se volvió a marcar la condición de inferioridad de la mujer, y ésta iba
sometida a la autoridad del padre y del marido.
Olympe de Gouges |
En la Francia del siglo XIX, destacó en particular la figura de la escritora George Sand, seudónimo de Amandine Aurore Lucie Dupin, cuyo objeto de lucha era la igualdad de sexos. Ella se separó de su marido y siguió la carrera de escritora, viviendo económicamente independiente gracias a la herencia dejada por su abuela. Se servía de la moda para difundir su idea, fumaba cigarrillos y vestía como un hombre por las calles. Obviamente, la imagen de Sand no representaba el estilo de todas las mujeres de su época, había mujeres que tenían que dedicarse exclusivamente a las tareas domésticas.
En
España, la lucha feminista estaba caracterizada por la conquista del derecho a
la educación o al trabajo, se desarrolló de forma muy estricta, ya que la
sociedad liberal española establecía el sometimiento de la mujer hacia el varón.
En
las clases sociales medio-altas, una mujer sólo podía aspirar al matrimonio.
Predominaba la concepción de la mujer como “reina del hogar”, ella debía
obedecer al marido y ser esposa y madre ejemplar. En la clase media, por ejemplo, las féminas ni
siquiera podían permitirse soñar con ser independientes económicamente, ya que
una mujer que trabajaba era considerada un deshonor para la familia.
La
mujer sólo dependía del marido, estaba excluida de la gestión del patrimonio
familiar. A ella no se le reconocían ni la responsabilidad hacia su misma
persona, ni la facultad de tomar decisiones.
Las
mujeres se propusieron entonces la conquista de los derechos sociales y
políticos, luchando por una igualdad jurídica. Ellas pedían que les fuera
permitido ejercer todas las profesiones, al igual que el hombre. Sobre todo,
querían el derecho a la educación y de intervención en las campañas electorales
y la expresión de voto.
En
el campo educativo, tuvieron éxito las mujeres griegas de la clase media,
quienes consiguieron entrar por primera vez en la universidad y aparecer como escritoras renombradas, y
entre ellas, Calliope Kehagia, Sebasti Callisperi, y Penélope Lazaridou. El
siguiente paso se cumplió con la publicación, en 1887, del Periódico de las Damas por la activista de derechos, Calliope
Parren.
En
los países de religión católica, mayormente en Italia, la Iglesia se opuso al movimiento
feminista dado que éste era considerado una amenaza a la estabilidad de la
familia patriarcal, mientras que en los países protestantes tuvo más éxito.
La
figura que se distinguió en el feminismo italiano fue Ana María Mozzoni quien,
tras la unidad de Italia en 1870, luchó contra la discriminación de la mujer en
el nuevo Estado italiano, con la esperanza de integrar a la mujer en la
participación política del país. Ella misma llegó a ser una de las fundadoras
del Partido Socialista italiano.
Ana Maria Mozzoni |
Un
papel importante fue ejercido por el movimiento
sufragista que surgió en Inglaterra en 1872, para desarrollarse sucesivamente
en toda Europa. Mujeres de distintas clases sociales se reunieron bajo este
movimiento para alcanzar el objetivo de conquista del derecho a voto. Su
finalidad era la de sensibilizar la opinión pública y convencer al gobierno
inglés que les concediese el derecho de expresarse en las votaciones.
Enfrentándose con las acciones represivas de la policía, las
sufragistasdecidieron pasar a actos de protesta más violentos. Tal situación se
extendió hasta el siglo XX, época que verá el cambio radical de la condición
femenina.
Bibliografía:
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