Adentrándonos un poco más en la
historia de España, vamos a hablar del reinado de Carlos IV, un rey
de personalidad débil que tuvo su reinado entre los años 1788 y
1808. En rasgos generales fue bastante decadente. Por un lado la
prosperidad de tiempos anteriores se acabó y por el otro las ansias
de reformas entre los ilustrados hicieron de su reinado un complicado
momento en la historia de España. En ese momento, nos encontramos en
el comienzo de la Revolución francesa, cuando el rey convoca Cortes
Generales para que el pueblo le jure lealtad a su hijo Fernando VII.
En ellas de derogó la Ley Sálica que prohibía que las mujeres
pudiesen tener derecho a gobernar ni traspasar el derecho al trono,
ley que fue establecida por Felipe V, el primer Borbón.
El rey, por miedo a que los liberales
que estaban asentados en Francia “contagiase” sus ideas a los
españoles, estableció un cordón sanitario que obligó a cerrar las
fonteras con Francia, así como el cierre de las escuelas francesas
en España para evitar la expansión de la ideología. Sin embargo,
no funcionó muy bien.
En esta situación, podemos encontrar a
dos grupos. Por un lado está la nobleza y el clero que defendían la
situación en la que se vivía hasta el momento. Eso era normal ya
que la Iglesia estaba vinculada a numerosos señoríos
jurisdiccionales, siendo propietaria de un gran número de tierras. Y
la nobleza más el clero recibían numerosos impuestos que eran
cobrados a los campesinos, además de tener siempre la última
palabra en las votaciones se que se hacían en las Cortes
estamentales. Su situación era muy favorecedora, tanto en la
sociedad como a nivel económico. Claro está que el liberalismo
sería a para ellos. Pero también se contaba con la opinión de las
personas que sí apoyaban esa ideología basada en la soberanía
nacional, la separación de poderes y la monarquía constitucional.
Como se puede ver es totalmente contraria a la monarquía absoluta
que había en esta época.
Hay quien quiere imitar a los franceses
con su sistema político basado en la razón, idea que viene de la
Ilustración. Se quieren convocar unas Cortes, pero no bicamerales
(donde la cámara alta la conforma la nobleza y el clero y la baja,
el Tercer Estado) que son reflejo de la monarquía absoluta, sino
otro tipo de Cortes, no consultivas, liberales. Se critica la
tiranía, principalmente del clero, que supone que España esté a
años luz de Europa, ya que el despotismo religioso no dejaba
progresar. Buscaba unas Cortes legislativas como reflejo de una
monarquía constitucional.
Aparte de los liberales, estaban los
ilustrados, un grupo en el que hubo una división. Por un lado
estaban los que confiaban en la tradición y en el orden, y los que
confiaban en que el Estado haría cambios económicos pertinentes
pero sin entrar en revueltas como los franceses.
La situación se fue volviendo más y
más tensa hasta que se terminó la monarquía francesa cuando los
revolucionarios se mantuvieron retenidos a su rey Luis XVI. Godoy,
presidente del Gobierno gracias a la reina María Luisa de Parma tras
la caída del conde de Aranda, intentó salvar al rey francés más
no fue posible y fue decapitado. Tras la ejecución, España vivió
la Guerra de los Pirineos en la que hubo una sucesión de diversas
derrotas que terminaron con la Paz de Basilea firmada por él. En ese
momento, la situación de España en temas económicos era bastante
mala. Y menos tras la amenaza constante que suponía Gran Bretaña
sobre su comercio colonial. Esto llevó a una alianza entre los
republicanos, los cuales acabaron con la vida del rey francés Luis
XVI, y Godoy. Se llama Tratado de San Idelfonso, firmado en 1796, un
año después de la Paz de Basilea. Sin embargo, la paz no dura
demasiado.
Doce años después, Napoleón ya
asentado en el poder, quiso que se firmase el segundo Tratado de San
Idelfonso en el que se establecía un bloqueo continental de manera
que se prohibiese enviar mercancía a las islas británicas. Sin
embargo, no todos obedecieron a Napoleón, como Portugal, con la cual
España, aliada con Francia, inició una guerra en la que perdió
Portugal. Pero no ganó en la consecuente guerra con Inglaterra en
1805. Napoleón quería más y por eso pretendía que España firmase
el Tratado de Fointainebleau. En él decía que se debía dar cobijo
a los franceses en su paso hacia Portugal.
Por otra parte, los españoles no
estaban de acuerdo con lo que Godoy estaba haciendo, véase el
Tratado recientemente firmado, e incluso su hijo, Fernando VII,
estaba de acuerdo. Por eso, hubo un intento de asesinato hacia sus
propios padres mediante venenos. Sin embargo, un mensaje anónimo
avisó a los reyes, que capturaron a su hijo y a su camarilla como
cómplices.
Aún así, Fernando le pide a su madre
que interceda por él ante su padre, y Carlos IV termina por
perdonarle. Mientras tanto, Godoy se da cuenta de que el Tratado que
había firmado, significa un permiso escrito a los franceses de
invadir España, la cual entraba dentro de los planes de Napoleón.
Godoy trata de que la familia real se vaya a América con intención
de protegerlos. Sin embargo, Fernando obliga a su padre a abdicar.
Carlos IV, por su parte, le
manda una carta a Napoléon pidiéndole ayuda ya que su hijo le ha
forzado a abdicar. Sin embargo, él es un enemigo, no un amigo de
España, lo que muestra la debilidad del país en esos momentos.
Napoleón los manda llamar a ambos mientras deja el reinado en las
manos de su hermano, José I Bonaparte. En Bayona obliga a Fernando a
devolverle el trono a su padre e insta a Carlos IV a abdicar por no
estar capacitado para reinar. Tras poner una serie de condiciones
legales, le entrega España a Napoleón.
Su reinado estuvo lleno de
guerras y conflictos así como de traiciones. Hubo guerras con el
exterior y guerras civiles. Si bien Carlos IV no fue un buen rey, no
vivió una época fácil. Después de su reinado, estuvo durante
cinco años el hermano de Napoleón, hasta que le fue devuelta la
corona al hijo de Carlos IV, Fernando VII.
No hay comentarios:
Publicar un comentario