miércoles, 4 de junio de 2014

Carlos IV

Adentrándonos un poco más en la historia de España, vamos a hablar del reinado de Carlos IV, un rey de personalidad débil que tuvo su reinado entre los años 1788 y 1808. En rasgos generales fue bastante decadente. Por un lado la prosperidad de tiempos anteriores se acabó y por el otro las ansias de reformas entre los ilustrados hicieron de su reinado un complicado momento en la historia de España. En ese momento, nos encontramos en el comienzo de la Revolución francesa, cuando el rey convoca Cortes Generales para que el pueblo le jure lealtad a su hijo Fernando VII. En ellas de derogó la Ley Sálica que prohibía que las mujeres pudiesen tener derecho a gobernar ni traspasar el derecho al trono, ley que fue establecida por Felipe V, el primer Borbón.

El rey, por miedo a que los liberales que estaban asentados en Francia “contagiase” sus ideas a los españoles, estableció un cordón sanitario que obligó a cerrar las fonteras con Francia, así como el cierre de las escuelas francesas en España para evitar la expansión de la ideología. Sin embargo, no funcionó muy bien.

En esta situación, podemos encontrar a dos grupos. Por un lado está la nobleza y el clero que defendían la situación en la que se vivía hasta el momento. Eso era normal ya que la Iglesia estaba vinculada a numerosos señoríos jurisdiccionales, siendo propietaria de un gran número de tierras. Y la nobleza más el clero recibían numerosos impuestos que eran cobrados a los campesinos, además de tener siempre la última palabra en las votaciones se que se hacían en las Cortes estamentales. Su situación era muy favorecedora, tanto en la sociedad como a nivel económico. Claro está que el liberalismo sería a para ellos. Pero también se contaba con la opinión de las personas que sí apoyaban esa ideología basada en la soberanía nacional, la separación de poderes y la monarquía constitucional. Como se puede ver es totalmente contraria a la monarquía absoluta que había en esta época.

Hay quien quiere imitar a los franceses con su sistema político basado en la razón, idea que viene de la Ilustración. Se quieren convocar unas Cortes, pero no bicamerales (donde la cámara alta la conforma la nobleza y el clero y la baja, el Tercer Estado) que son reflejo de la monarquía absoluta, sino otro tipo de Cortes, no consultivas, liberales. Se critica la tiranía, principalmente del clero, que supone que España esté a años luz de Europa, ya que el despotismo religioso no dejaba progresar. Buscaba unas Cortes legislativas como reflejo de una monarquía constitucional.

Aparte de los liberales, estaban los ilustrados, un grupo en el que hubo una división. Por un lado estaban los que confiaban en la tradición y en el orden, y los que confiaban en que el Estado haría cambios económicos pertinentes pero sin entrar en revueltas como los franceses.

La situación se fue volviendo más y más tensa hasta que se terminó la monarquía francesa cuando los revolucionarios se mantuvieron retenidos a su rey Luis XVI. Godoy, presidente del Gobierno gracias a la reina María Luisa de Parma tras la caída del conde de Aranda, intentó salvar al rey francés más no fue posible y fue decapitado. Tras la ejecución, España vivió la Guerra de los Pirineos en la que hubo una sucesión de diversas derrotas que terminaron con la Paz de Basilea firmada por él. En ese momento, la situación de España en temas económicos era bastante mala. Y menos tras la amenaza constante que suponía Gran Bretaña sobre su comercio colonial. Esto llevó a una alianza entre los republicanos, los cuales acabaron con la vida del rey francés Luis XVI, y Godoy. Se llama Tratado de San Idelfonso, firmado en 1796, un año después de la Paz de Basilea. Sin embargo, la paz no dura demasiado.

Doce años después, Napoleón ya asentado en el poder, quiso que se firmase el segundo Tratado de San Idelfonso en el que se establecía un bloqueo continental de manera que se prohibiese enviar mercancía a las islas británicas. Sin embargo, no todos obedecieron a Napoleón, como Portugal, con la cual España, aliada con Francia, inició una guerra en la que perdió Portugal. Pero no ganó en la consecuente guerra con Inglaterra en 1805. Napoleón quería más y por eso pretendía que España firmase el Tratado de Fointainebleau. En él decía que se debía dar cobijo a los franceses en su paso hacia Portugal.

Por otra parte, los españoles no estaban de acuerdo con lo que Godoy estaba haciendo, véase el Tratado recientemente firmado, e incluso su hijo, Fernando VII, estaba de acuerdo. Por eso, hubo un intento de asesinato hacia sus propios padres mediante venenos. Sin embargo, un mensaje anónimo avisó a los reyes, que capturaron a su hijo y a su camarilla como cómplices.
Aún así, Fernando le pide a su madre que interceda por él ante su padre, y Carlos IV termina por perdonarle. Mientras tanto, Godoy se da cuenta de que el Tratado que había firmado, significa un permiso escrito a los franceses de invadir España, la cual entraba dentro de los planes de Napoleón. Godoy trata de que la familia real se vaya a América con intención de protegerlos. Sin embargo, Fernando obliga a su padre a abdicar.
Carlos IV, por su parte, le manda una carta a Napoléon pidiéndole ayuda ya que su hijo le ha forzado a abdicar. Sin embargo, él es un enemigo, no un amigo de España, lo que muestra la debilidad del país en esos momentos. Napoleón los manda llamar a ambos mientras deja el reinado en las manos de su hermano, José I Bonaparte. En Bayona obliga a Fernando a devolverle el trono a su padre e insta a Carlos IV a abdicar por no estar capacitado para reinar. Tras poner una serie de condiciones legales, le entrega España a Napoleón.
Su reinado estuvo lleno de guerras y conflictos así como de traiciones. Hubo guerras con el exterior y guerras civiles. Si bien Carlos IV no fue un buen rey, no vivió una época fácil. Después de su reinado, estuvo durante cinco años el hermano de Napoleón, hasta que le fue devuelta la corona al hijo de Carlos IV, Fernando VII.


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