Desde la Antigüedad, Oriente y Occidente
estuvieron unidos por diversas rutas: Ruta de la seda, la ruta de las especias
y la de la porcelana. Es uno de los escenarios más fascinantes para la aventura
en estado puro, pero también para la aventura de la cultura. En 1271 un
mercader de Venecia, Marco Polo salía para China y no regresaría a Venecia
hasta pasados 25 años. En 1298 es hecho prisionero en Génova. La casualidad le
lleva a compartir celda con el escritor Rusticello de Pisa, a quien cuenta sus
recuerdos. Así nació “el libro de las maravillas del mundo”.
Por la Ruta han circulado en ambos sentidos los
mercaderes, los soldados y los filósofos, es decir, el comercio, la guerra y
las ideas. En el siglo II ad C el general y explorador chino Zhang Qian abrió
el camino hacia el oeste para que quince siglos más tarde Marco Polo lo
recorriese desde Europa hacia el Oriente. Alejandro Magno recorrió la Ruta
conquistando territorios hacia el este y Gengis Khan lo hizo en sentido
inverso. Crisol de la Historia y cuna de mil leyendas, en la Ruta se han
encontrado tres grandes religiones: cristianismo, budismo e islam, y otras hoy
desaparecidas, como el zoroastrismo.
Las colecciones más importantes de objetos
arqueológicos hallados en Dunhuang consisten en diversos objetos, fechados
desde aproximadamente el año 100 A.C. al 1200 D.C., incluyendo pinturas,
murales, artefactos, monedas y manuscritos, estos últimos en una veintena de
diversos idiomas y alfabetos. El tamaño y alcance de las colecciones, su
fragilidad y la existencia de falsificaciones, ha supuesto que muchos de los
manuscritos tengan todavía que ser estudiados detalladamente.
Loulan, situada en un sector estratégico de la
Ruta de la Seda, al noroeste del lago Lop Nor, era una próspera ciudad
atravesada por las caravanas de mercaderes, hasta que fue abandonada por
razones desconocidas. Antiguamente, el lago Lop Nor aparecía ubicado en diferentes lugares en los
mapas. Pero no se trataba de errores de los cartógrafos, se comprobó que en
realidad el lago cambiaba periódicamente de sitio.
La Ruta de la Seda se divide en dos ramales: norte
y sur, para bordear el desierto cuyo nombre significa "donde entras pero
no sales". Milan, Ruoqiang y Niya son ciudades que estuvieron situadas en
oasis a lo largo de la antigua ruta del sur y que han ido desapareciendo bajo
las arenas.
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