domingo, 1 de junio de 2014

“El negro de Bañolas”, la consecuencia más cercana del colonialismo.

En la época colonial fueron muchos los que acudieron a estos dominios en busca de exploraciones y ganancias. Entre ellos, se encontraban los hermanos Verreaux quienes eran naturistas y taxidermistas de profesión. Estos hermanos franceses vieron una oportunidad única en las colonias africanas y por ello se enriquecieron a base de “recolectar” para el Museo de París más de 13.000 especímenes. Estos, incluso, al ver el éxito que suscitaban sus “colecciones”, fundaron Maison Verreaux dónde vendían sus piezas más prestigiosas provenientes de Africa. Entre ellas habían: elefantes, tigres, hipopótamos…
Pero sin duda, su mayor “aportación” fue un autóctono de Botsuana al que robaron en su lecho de muerte para posteriormente disecarle y venderlo al mejor postor. Finalmente, tras ser expuesto en la Exposición Universal de Barcelona, Francesc Darder Llimona lo compró para exhibirlo en el museo Darder que había fundado recientemente. Este se encontraba en la localidad de Bañolas(Girona).
En 1991, saltó la voz de alarma al hacerse eco de que en los museos de Francia existían 15 cabezas de maoríes guardadas desde que fueron exportadas en época colonial. Por eso, no tardaron en hacerse públicas las quejas al Museo Darder. En concreto, Alphonse Alcerin quien era un médico haitiano residente en Cambrils y que fue concejal del PSC de dicha localidad, escribió una carta al alcalde de Bañolas pidiendo la retirada del cuerpo de dicho museo. Posteriormente, también se pusieron en contacto con el ayuntamiento  el secretario de la Unesco  y el secretario general de la ONU para así llegar un acuerdo.
A partir de entonces el caso se volvió más mediático aun e incluso cargos políticos africanos se decantaron por apoyar a Alcerin y su propuesta. Años más tarde, en 1997, tras tratar el tema en las Naciones Unidas y en la OUA (Organización para la Unidad Africana),  se decidió que el cuerpo tenía que ser retirado y, con ello , se creó el descontento de los habitantes de la localidad quienes no querían que éste fuera devuelto ya que decían que era un símbolo más del pueblo. De hecho, los vecinos recogieron firmas a través de la organización Amics dels Museus para que “el negro de Bañolas” no fuese expatriado.
Finalmente, con la promesa del gobierno de Botsana de darle enterramiento, el cuerpo fue enviado al Museo Arqueólogico de Madrid para preparar el cuerpo de manera natural y eliminar así cualquier añadido. De esta manera, se le enterró en 2007, por fin en su tierra natal y bajo el honor de ser sepultado como un héroe nacional en el parque de Tsolofelo.

Este caso, como el de las cabezas maoríes o el de Sara Baartman, nos acerca a la visión que se tenía, en los países europeos,  de las colonias que consideraban como propiedad, además de ver el trato que daban a flora, fauna y habitantes de dichos territorios. Llama especial atención, que estos casos no se resolviesen hasta el siglo XXI a pesar de que ocurriesen en países como Francia o España, países que desde la segunda mitad del siglo XX han sido democráticos y en los cuales constan constituciones que defienden los derechos de toda persona.
Taller de los hermanos Verreaux
"El negro de Bañolas"





Ainoa Navarro

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