En la época colonial fueron muchos los que acudieron a estos dominios en busca de exploraciones y ganancias. Entre ellos, se encontraban
los hermanos Verreaux quienes eran naturistas y taxidermistas de profesión.
Estos hermanos franceses vieron una oportunidad única en las colonias africanas
y por ello se enriquecieron a base de “recolectar” para el Museo de París más
de 13.000 especímenes. Estos, incluso, al ver el éxito que suscitaban sus “colecciones”,
fundaron Maison Verreaux dónde vendían sus piezas más prestigiosas provenientes
de Africa. Entre ellas habían: elefantes, tigres, hipopótamos…
Pero sin duda, su mayor “aportación” fue un autóctono de Botsuana
al que robaron en su lecho de muerte para posteriormente disecarle y venderlo
al mejor postor. Finalmente, tras ser expuesto en la Exposición Universal de
Barcelona, Francesc Darder Llimona lo compró para exhibirlo en el museo Darder
que había fundado recientemente. Este se encontraba en la localidad de
Bañolas(Girona).
En 1991, saltó la voz de alarma al hacerse eco de que en los
museos de Francia existían 15 cabezas de maoríes guardadas desde que fueron
exportadas en época colonial. Por eso, no tardaron en hacerse públicas las
quejas al Museo Darder. En concreto, Alphonse Alcerin quien era un médico haitiano
residente en Cambrils y que fue concejal del PSC de dicha localidad, escribió
una carta al alcalde de Bañolas pidiendo la retirada del cuerpo de dicho museo.
Posteriormente, también se pusieron en contacto con el ayuntamiento el secretario de la Unesco y el secretario general de la ONU para así
llegar un acuerdo.
A partir de entonces el caso se volvió más mediático aun e
incluso cargos políticos africanos se decantaron por apoyar a Alcerin y su
propuesta. Años más tarde, en 1997, tras tratar el tema en las Naciones Unidas
y en la OUA (Organización para la Unidad Africana), se decidió que el cuerpo tenía que ser
retirado y, con ello , se creó el descontento de los habitantes de la localidad
quienes no querían que éste fuera devuelto ya que decían que era un símbolo más
del pueblo. De hecho, los vecinos recogieron firmas a través de la organización
Amics dels Museus para que “el negro
de Bañolas” no fuese expatriado.
Finalmente, con la promesa del gobierno de Botsana de darle
enterramiento, el cuerpo fue enviado al Museo Arqueólogico de Madrid para
preparar el cuerpo de manera natural y eliminar así cualquier añadido. De esta
manera, se le enterró en 2007, por fin en su tierra natal y bajo el honor de
ser sepultado como un héroe nacional en el parque de Tsolofelo.
Este caso, como el de las cabezas maoríes o el de Sara
Baartman, nos acerca a la visión que se tenía, en los países europeos, de las colonias que consideraban como
propiedad, además de ver el trato que daban a flora, fauna y habitantes de dichos
territorios. Llama especial atención, que estos casos no se resolviesen hasta
el siglo XXI a pesar de que ocurriesen en países como Francia o España, países que
desde la segunda mitad del siglo XX han sido democráticos y en los cuales
constan constituciones que defienden los derechos de toda persona.
Taller de los hermanos Verreaux |
"El negro de Bañolas" |
Bibliografía: La sorprendente historia del negro de Bañolas
Ainoa Navarro
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