martes, 3 de junio de 2014

Trafalgar: El Ocaso del Imperio

Trafalgar dio nombre al mayor desastre naval de la historia de España, dónde se consumió la flota española bajo las órdenes de un almirante francés y frente a los cañones de un almirante inglés.

La situación de la flota española en ese momento es bastante calamitosa. Mientras los españoles intentan a toda prisa adiestrar a unas tripulaciones inexpertas y mal dotadas, en el campo francés hay movimientos inquietantes.
Las flota francesa y española suman más barcos que la inglesa, pero nadie ignora que los ingleses tiene más potencia de fuego y capacidad de maniobra, y que sus tripulaciones son mucho más expertas.

Tal como anunciaban los barómetros de Gravina, hubo mal tiempo. Inmediatamente después de la batalla se desencadenó una tempestad cuyos efectos serían casi tan terribles como los del combate, por la cantidad de barcos que embarrancaron o naufragaron en las costas cercanas.

Trafalgar fue una catástrofe desde todos los puntos de vista. El número de bajas fue extraordinariamente alto, tanto entre los españoles como entre los franceses, el error de las maniobras de Villenueve había dejado a los barcos, tripulados por dotaciones inexpertas, a merced de los cañones británicos, y éstos sacudieron sin piedad. Trafalgar fue también una catástrofe para España por la calidad de los marinos que allí murieron: Gravina era una personalidad política de primera importancia; Alcalá Galiano y Churruca, además de excelentes capitanes, eran dos competentes científicos que hubieran podido aportar muchas cosas a un país que necesitaba gente así. Y aquella batalla fue, en fin, una catástrofe desde el punto de vista político general, porque marcó sin duda posible el fin de la potencia naval española: hasta entonces nuestra Marina, aun con serios problemas de tipo financiero y técnico, había podido sostener la fuerte rivalidad inglesa, pero, después de Trafalgar, la hegemonía naval española se disolvía para siempre.




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