También conocido como I Imperio Francés fue un estado soberano
gobernado por Napoleón Bonaparte y que incluía territorios del centro y
occidente de Europa así como territorios de ultramar (territorios coloniales).
Napoleón fue el emperador que, aunque siguiendo las bases
constitucionales que salieron de la Revolución, siguió un gobierno casi
dictatorial apoyado por el ejército y en un principio hasta por el propio
pueblo.
El idioma oficial fue el francés, aunque obviamente también coexistía
con el español, alemán e italiano. La moneda en curso era el Franco y la
capital siguió estando en París.
Cuando Napoleón llega al poder, se encuentra una Francia
desestructurada y al borde del abismo después de la Revolución que acabó con la
monarquía. Dentro no se ponían de acuerdo y la inestabilidad económica y social
se iba haciendo más grande. Por otra parte,
las grandes potencias europeas tampoco ayudaban, ya que debido al miedo
a que algo similar ocurriera en sus países, se creó una política hostil hacia
Francia. En este marco aparece la figura de Bonaparte, que vuelve victorioso de
la contienda contra Egipto y viendo lo que se encuentra en su regreso, decide
dar un golpe de Estado el 9 de noviembre de 1799, apoyado por el pueblo.
Apenas un mes después del ascenso al poder, Napoleón pone en
marcha el Consulado, por el cual Francia tendría tres cónsules que gobernarían
el país, siendo el propio Bonaparte el Primer Cónsul, el cual tenía poderes
ilimitados. Con este poder y apoyado por el pueblo, llevó a cabo una serie de
reformas sociales y económicas con el fin de restablecer el orden de la nación,
volvió a unir lazos con la Iglesia y creo el conocido Código de Napoleón.
Napoleón consiguió poner fin a las hostilidades
extranjeras, bien mediante la guerra o mediante la diplomacia, destacando la
paz con Inglaterra en 1802, que le da más prestigio. En 1804 consigue el título
de Emperador de Francia (dos años antes le habían dado el puesto de Cónsul de
manera vitalicia).
La paz con Inglaterra queda disuelta un año después y se
alía con Rusia y Austria para combatir al Imperio. Es por ello que, aliándose con España, se
lanza a la conquista de Inglaterra, aunque fracasa en la batalla marítima de
Trafalgar. En cambio tuvo algo más de suerte en sus enfrentamientos por tierra
contra Austria y Rusia en la batalla de Austerlitz en 1806 (la batalla de los
tres emperadores).
Con las Guerra Napoleónicas, el mapa de Europa cambia por
completo: desaparece el Sacro Imperio Romano y en su lugar instaura la
confederación del Rin.
El único que se resistía a los ataques de Napoleón fueron
los ingleses, a las que las fuerzas navales del Imperio no fueron capaces de
derrotar. Es por ello que, viendo que en la batalla no va a ser capaz de vencer
a la otra gran potencia europea, Bonaparte decide llevar a cabo un bloqueo
continental hacia las islas, siendo los puertos portugueses los únicos que
seguían aceptando sus barcos. Con esta medida el Emperador pretendía hundir la
economía británica y, de rebote, fortalecer la suya.
Para hacer efectivo el bloqueo, Napoleón decide en 1807
que tiene que invadir Portugal por lo que, obviamente, tiene que pasar primero
por España. Por ello decide colocar en
el trono a su hermano José Bonaparte. Pero el pueblo español no lo ve con
buenos ojos y se levantan en armas contra los franceses. A pesar de las
represiones, no consiguieron nunca reducir a los sublevados. Por otra parte,
consiguen invadir Portugal, que era la principal motivación para invadir la
península. Pero la familia real consigue escapar hacia Brasil con ayuda de los
barcos ingleses. Los franceses no lograron
ocupar durante un largo periodo de tiempo las tierras lusitanas debido a los
continuos ataques de los ingleses y sus aliados.
Debido a la usurpación del trono español, las posesiones
que el reino tenía en América empezaron a crear juntas de gobierno
independientes, que sería el inicio de las futuras independencias de las
colonias.
A pesar de los problemas que había en la Península,
Francia seguía contando con gran poder en Europa, aunque su credibilidad
empezaba a tambalearse, incluso dentro de la propia Francia. Las constantes
guerras junto con la forma de gobierno déspota empezaron a ser mal vistas
dentro del país, que cada vez estaba más exhausto. Para acallar las voces más
críticas, se censuraron periódicos y demás publicaciones, lo que molestó aún
más al pueblo.
En la política exterior, el bloqueo hacia Inglaterra era cada vez
más ineficaz e incluso Rusia rompió el acuerdo, volviendo a acercarse a los
británicos, lo que hizo que en 1812 Bonaparte decidiera invadir Rusia. A pesar
de la victoria y la invasión de Moscú, lo que los franceses se encontraron con
la “tierra arrasada” (los propios rusos destruyeron la ciudad antes de la
invasión para que no se pudieran refugiar ni encontrar provisiones), lo que
puso en una desagradable posición a las tropas napoleónicas, que se encontraron
solos en la fría estepa rusa. Esto
resultó un desastre para los franceses ya que, al abandonar la cuidad en pleno
invierno, los soldados que no murieron por congelación o falta de suministros,
lo hicieron por las guerrillas rusas que atacaban por la retaguardia. Esta
derrota fortaleció a los ingleses y sus aliados, lo que provocó que Napoleón,
arruinado, abdicara y se exiliara a la isla de Elba. Inglaterra ocupó Francia y
puso a un Borbón (hermano del guillotinado Luis XVI) de nuevo el trono de
Francia. Al mismo tiempo, los países vencedores se unieron para configurar un
nuevo mapa de Europa.
Con la vuelta de rey, volvieron los nobles que habían huido
durante la Revolución y reclamaron todo lo perdido, lo que generó insatisfacción
popular. Viendo esto, Napoleón se fugo de la isla y volvió al gobierno de
Francia en 1815, pero de manera desastrosa, ya que solo duró 100 días. Tras
perder en la batalla de Waterloo en 1815, los ingleses no quisieron volver a
arriesgarse y exiliaron a Napoleón a la isla de Santa Elena, en pleno océano
Atlántico, donde murió en 1821.
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