Por otro lado el poder era múltiple ya que el Imperio se dividía en varias provincias o sandjacks en las cuales gobernaban los beys o pachás con los que pactaba el sultán, que era el que poseía el poder absoluto al ser el representante de Dios en la tierra; sin embargo su poder era limitado por los ulema (tribunal de carácter religioso) y el Diván (consejo de Estado). El hecho de que el poder fuera múltiple junto con el hecho de que al conquistar un territorio no se produjeran masacres sino que se respetara el poder de las élites autóctonas propició la expansión y mantenimiento de un imperio tan grande como este.
También cabe destacar la importancia del ejército, el cual era muy fuerte y temido. La élite militar la conformaban los jenízaros (niños robados, en su gran mayoría de origen cristiano, que eran educados en el islam e instruidos para servir al sultán). Los militares gozaban de privilegios (por ejemplo estaban exentos de pagar impuestos).
Por último nos gustaría destacar el problema sucesorio del imperio debido al cual se producían numerosas épocas de inestabilidad y violencia y que propiciaba de algún modo el clientelismo cuando un candidato llegaba a ser sultán gracias a la ayuda de los miembros de la corte que luchaban por él y éste tenía la obligación de favorecer a su "postor".
En conclusión, el Imperio Otomano goza de la fama de haber sido un imperio muy poderoso, extenso y temido, un imperio tolerante y cosmopolita pero si nos paramos a analizarlo con detenimiento podemos observar que no es tan "moderno" como parece ya que la tolerancia religiosa tiene matices y a pesar de haber tolerancia los hombres seguían siendo esclavos del sultán y la sociedad estaba regida por un principio de desigualdad.
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