El origen de la Monarquía Hispánica se remonta a la unión de las Coronas de Castilla y Aragón en 1479 mediante el matrimonio de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. Para entender cómo fue esta Monarquía durante los siglos XVI y XVII debemos deshacernos de la idea que tenemos de España como país unificado. Y es que en estos siglos España no se trataba de un estado uniforme, sino que se constituía de forma similar a la Unión Europea, es decir, estaba compuesta por una serie de territorios independientes entre sí y que tenían moneda, costumbres e incluso lengua diferentes, y que únicamente compartían religión y monarca.
Se trató, por lo tanto, de una monarquía de marcado carácter teocrático y de tipo absolutista, donde las facultades legislativas, jurídicas y gubernamentales atañían únicamente al monarca y eran asimismo concedidas directamente por Dios —de ahí la locución latina rex gratia Dei—, y que se transmiten según principios de hereditariedad regulados en las denominas «Partidas». Sin embargo, y contra la creencia popular actual, el poder real tenía unos límites y debía ser ejercido pensando en el bien del pueblo y no de forma despótica, pues esto podría provocar revueltas populares e incluso el tiranicidio[1].
Otro punto importante para entender el gobierno de la Monarquía Hispánica es que tras la misma no había proyecto político alguno, a diferencia de las casas reales del resto de Europa. Por el contrario, fueron una serie de sucesos casuales, como la muerte prematura de varios aspirantes al trono, los que posibilitaron reunir una cantidad tan grande de terrenos bajo el poder de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Románico Germánico[2], heredero de Isabel I y Fernando II, quien, además, aumentó sus dominios mediante anexiones y conquistas.
Herencias de Carlos I |
Herencia europa de Carlos I |
- Herencia Castellana: Castilla, Granada, Navarra y colonias americanas
- Herencia aragonesa: Aragón y Nápoles
- Herencia Borgoñona: Países Bajos, Artois, Flandes, derechos al ducado de Borgoña
- Herencia imperial: Territorios patrimoniales de los Austrias (Austria, Estiria, Carintia, Carniola), Alsacia y Franco Condado, Bohemia, Moravia y Silesia.
El lugar de residencia de la familia real y de otros personajes importantes como aristócratas y miembros de las altas esferas del clero era la Corte, si bien esta no tuvo un emplazamiento fijo hasta la llegada al trono de Felipe II, quien la ubicó finalmente en Madrid, alejándola del carácter itinerante que tuvo en reinados anteriores. Esta centralización de la Corte la convirtió en un reclamo para personajes de todo tipo: nobles, personas que querían un ascenso social e incluso mendigos.
Volviendo al Rey y sus facultades, estas eran el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial. Empero tantos territorios no podían ser gobernados por una única persona, por lo que surgió la necesidad de crear organismos en los que delegar la administración de los distintos territorios o de temas concretos.
Así, el Rey contaba con secretarios, quienes gozaban del favor y la confianza del monarca, y cuya misión era dar a conocer las decisiones tomadas por el mismo. Y, a partir del siglo XVII, se establece la figura del valido, personas que desempeñaban las funciones del monarca en lugar del mismo.
Se constituyeron asimismo los consejos. Instituciones de carácter consultivo que tenían como fin asesorar al Rey, si bien la capacidad ejecutiva residía totalmente en el monarca, y que se dividían atendiendo a su temática.
Este tipo de gobierno por medio de consejos se denomina «polisinodial» y perduró hasta el siglo XVIII, fecha de la llegada de los Borbones al trono y también de la creación de los Ministerios. Este modelo, si bien común en Europa, era ciertamente ineficaz debido a las notables diferencias culturales y sociales existentes entre las distintas regiones, y por la total dependencia que los consejos tenían de la figura de Rey, provocando esto que tomar decisiones fuera un proceso largo y tedioso la mayoría de veces.
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[1] Adjunto a continuación un documento que, si bien se centra en Francia, nos puede ayudar a entender los límites que tenía el poder del Rey y las consecuencias de un comportamiento tiránico por parte del mismo: Tiranía y tiranicidio en Francia (1589). Las formulaciones católicas más radicales.
[2] Asimismo en este breve vídeo se enumera la extensa herencia de Carlos I. Europa en tiempos de Carlos I
Marina Vega
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