viernes, 28 de marzo de 2014

La Escisión Anglicana

Ruptura de Enrique VIII con el Papado. El humanismo había encontrado en la corte inglesa una buena acogida.
En las monarquías absolutas el rey estaba acostumbrado a dominar sobre todas las cosas, sin excluir el tema eclesiástico.
El problema se desató cuando la reina Catalina fue incapaz de proporcionar a la Corona inglesa un heredero vivo. El rey necesitaba hijos legítimos y precisaba conseguir la disolución autorizada del matrimonio para contraer nuevas nupcias con su amante Ana Bolena, que se encontraba embarazada.

En 1531 el parlamento aprobó una primera ley de supremacía que declaraba a Enrique VIII jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra. El arzobispo de Canterbury Thomas Grummer declaró nulo el primer matrimonio del rey.
La ruptura con Roma vino finalmente de la mano de la Ley de Supremacía en la que el Parlamento reconocía al rey y sus sucesores como jefes supremos de la iglesia de Inglaterra, llamada Anglicana Ecclesia.
A su muerte, el rey legaba una Inglaterra desconcertada y dividida, pero también un alto sentimiento nacionalista y una inquebrantable lealtad monárquica.

- El primero de sus sucesores, Eduardo VI falleció a los quince años- Política mas calvinista que luterana.
- A Eduardo le sucedió la hija de Catalina, la católica María Tudor, quién llevo a cabo un cuidado y meticuloso programa de recatolización de Inglaterra. Se reimpuso la autoridad pontificia, el corto reinado de María supuso un tiempo escaso para poder obtener frutos estables.
Isabel I creó y afianzó el anglicanismo inglés.
Para anular el papismo anterior se promulgó una nueva Ley de Supremacía. Estas formulaciones no contentaron ni a católicos, ni a calvinistas, estos últimos llamados "puritanos" cuyo ideal se basaba en comunidades regidas por laicos y pastores (presbíteros) elegidos por la comunidad.

- Felipe II intentó la recatolización de Inglaterra, quién lanzó su "Armada Invencible".
- Isabel I, tras un largo reinado, asimiló la idea del anglicanismo como lo nacional.
- Jacobo I, sobrino de Isabel I, fue partidario del anglicanismo y persiguió de igual forma a todos aquellos que se oponian a su iglesia.

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