viernes, 25 de abril de 2014

El fin de la Restauración

Entre 1914 y 1923 se sucedieron gobiernos de distinto signo, que mostraron una incapacidad absoluta para implantar cierta estabilidad interna. Como consecuencia, se acrecentó la sensación de inoperancia de la clase política y fue ganando fuerza la opción de la intervención directa del Ejército.

La crisis de 1917

Durante el verano de 1917 tuvo lugar en España una profunda crisis que sirvió para evidenciar los principales conflictos que acechaban al país.
  • La crisis del estamento militar. El descrédito de la clase política fue la excusa argumentada por la oficialidad para acrecentar su participación en las decisiones de Estado. Además, en torno a la Guerra de Marruecos se había configurado una casta de militares que adquirían importantes prebendas gracias a su participación. El ascenso por méritos de la guerra, suprimido tras la guerra de Cuba y restablecido en 1910, había propiciado la creación de una oficialidad africanista. En 1917 se constituyeron las juntas de defensa con el objetivo de rechazar el ascenso por méritos de la guerra y reivindicar una subida salarial. Y en enero de 1918, promulgó la Ley del Ejército, por la que se atendieron las demandas militares.
  • La crisis del sistema político. En febrero de 1917 las Cortes quedaron cerradas a instancias del presidente Dato. Como respuesta a las juntas de defensa, Françesc Cambó, lider de la Lliga Regionalista, propuso sin éxito su reapertura, para lo que promovió la creación de una asamblea de diputados que reivindicó la concesión de amplias competencias políticas para Cataluña dentro de un sistema de Estado descentralizado. La Asamblea de Parlamentarios se celebró en Barcelona en julio de 1917, pero el modelo de concentración que la había inspirado fracasó.
  • La huelga revolucionaria. Desde febrero de 1917, en Rusia se estaba viviendo un proceso revolucionario que animó las aspiraciones de los grupos de izquierdas de muchos países europeos. En España, la UGT promovió una huelga cuyo objetivo era forzar la abdicación de Alfonso XIII. En diciembre tuvo lugar una huelga general cuyo seguimiento masivo dio a las fuerzas de izquierdas, a las que también se había sumado la CNT. Aunque el presidente Romanones se comprometió con los huelguistas, su sucesor, Eduardo Dato, rehusó asumir los acuerdos.
El impulso revolucionario no desapareció, sino que entre 1918 y 1920 fue constante la agitación de la izquierda, lo que se conoce como Trienio Bolchevique, en el que el anarcosindicalismo jugó un papel importante en las revueltas de jornaleros andaluces.

Estas tentativas se encontraron con la debilidad de los gobiernos de modo que fue la propia patronal la que organizó grupos paramilitares, llamados sindicatos libres.

La dura represión, oficializada con la Ley de Fugas, por la que muchos sospechosos eran abatidos. En marzo de 1921 Eduardo Dato fue asesinado en Madrid.


La crisis de Marruecos

Finalizada la Primera Guerra Mundial, Francia pretendió reafirmar sus posesiones en Marruecos. Para defender los intereses económicos en la zona, el ejército español llevó a cabo una serie de acciones militares tendentes a afianzar su presencia en el protectorado.
La situación se vio agravada por la aparición de una conciencia nacionalista en Marruecos, que cristalizó en una alianza de tribus dirigida por Abd el-Krim.

En España, la intervención militar no tenía ningún respaldo social, más allá del propio Rey, los militares africanistas y las fuerzas económicas implicadas. Aún así se ocuparon nuevas posiciones, como Xauen, Sidi Idris o Annual.
El contraataque rifeño comenzó con la ocupación de Alhucemas y, posteriormente, con el ataque sobre Anuual, convertido en el símbolo de la errática política en Marruecos. Fallecieron unos catorce mil hombres, entre ellos el general Fernández Silvestre.

Inmediatamente, en España surgió un creciente estado de opinión contra la presencia española en Marruecos.


La consolidación de los nacionalismos

La crisis social y política vivida por el país en las dos primeras décadas del siglo XX contribuyó activamente a acrecentar la implantación de los nacionalismos periféricos:
  • En Cataluña, el principal representante del nacionalismo hasta entonces había sido Françesc Cambó, lider de la Lliga Regionalista. Sus pretensiones de ampliar el autonomismo en sus planteamientos chocaba directamente con el riesgo de una deriva revolucionaria, sobretodo tras la huelga de La Canadiense. El resultado fue que sus aspiraciones, presentadas a Cortes, fueron definitivamente abandonadas. La consecuencia fue la aparición de nuevas fuerzas catalanistas, como Acció Catalana, y Estat Català, dirigido por Francesc Macià y que declaró abiertamente su independentismo.
  • En el País Vasco, los sucesores de Sabino Arana habían ido decantándose por posturas más gradualistas. En 1916, el PNV cambiaba su nombre por el de Comunión Nacionalista Vasca, y con sus aspiraciones sustituidas por un nuevo posicionamiento autonomista que pretendía incrementar el autogobierno en un contexto de pertenencia al Estado Español. Esta deriva no fue aceptada por algunos sectores del partido, liderados entre otros por Luis Arana, y en 1921 refundaron el PNV con una ideología abiertamente nacionalista.


Bibliografía:
  • Apuntes de segundo de bachillerato
  • "Historia de España 2" (A. Bahamonde & L.E. Otero) Ed: SM

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