El 30 de Julio de 1749 tuvo lugar en España la Gran Redada
ordenada por Fernando VI, una minuciosa y secreta operación militar que tenía
como finalidad la detención y extinción de la etnia gitana, fue ideada por el
obispo de Oviedo y presidente del Consejo de Castilla, don Gaspar Vázquez
Tablada y el marqués de la Ensenada.
La
organización se llevó a cabo ,como ya ha sido mencionado, en secreto, y dentro del Despacho de Guerra.
Esta institución preparó instrucciones específicas para cada ciudad, las cuales
serían entregadas al corregidor por un oficial del ejército . La orden era abrir esas instrucciones, estando
presente el corregidor y el oficial, para lograr la simultaneidad de la
operación. Ni el oficial, ni las tropas conocían hasta el último momento el
objetivo de su misión.
Así pues aquel mismo día los soldados recibieron
simultáneamente en cada población la orden de detener a todos los gitanos - ya fueran niños, mujeres , hombres o
ancianos - considerados personas infames y nocivas para el reino, y confiscar todos sus bienes.
Lo que no
tuvieron en cuenta cuando se ideó y realizó la operación, fue que los presos gitanos
solo eran una parte de todos los que vivían en España, y eran ,además, los que
con esfuerzo habían pretendido introducirse en la sociedad, asumir su cultura y
cumplir sus leyes. En 1717 Felipe V , fijó la
residencia de los gitanos en un número determinado de poblaciones —un total de
41 ciudades— con el fin de que dejasen de ser nómadas y poder así controlar sus movimientos, pero a pesar de
señalar a los gitanos las determinadas poblaciones en las que tenían permitido
vivir y censarse- que es lo que ,cumpliendo con la ley, hicieron todos aquellos
que fueron detenidos en 1749- hubo muchos otros que al ser nómadas , no estar
censados o no vivir en zonas autorizadas - es decir que vivían incumpliendo la
ley- no sufrieron la persecución del ejercito y por tanto siguieron libres.
Tras el día de la gran redada la desgracia se incrementó
para los gitanos, los hombres y niños mayores de siete años eran sometidos a la
esclavitud siendo enviados a trabajos forzados y a las mujeres y al resto de
los niños se los confinó en castillos, alcazabas y
por supuesto en cárceles. Estas últimas eran consideradas más peligrosas que
los hombres ; la orden de Junio de 1749 decía así:
<< Se pondrá
muy particular cuidado en asegurar y
prender a las mujeres por ser consideradas muy conveniente esta diligencia para
conseguir el fin a que se dirige esta providencia tan importante a la quietud
del reino>>
En Septiembre 1749
comenzaron los recursos y las liberaciones.
El personal
militar encargado de custodiar a los gitanos apremió tales procedimientos, pues
por un lado en los arsenales los gitanos no eran rentables, los gobernadores se
quejaban de que los gitanos no trabajaban, de que eran mano de obra ignorante
que había sido sustituida por personal experto y de que eran problemáticos y
reacios al esfuerzo, carecían de suficientes tropas para hacerles frente y
temían no poder sofocar un motín provocado por la desesperación, y por otro
lado las gitanas, incluso más problemáticas que los hombres, no trabajaban y
los gastos para mantenerlas eran pagados con los escasos fondos de los
municipios en los que se encontraban confinadas. De este modo las quejas no
tardaron en llegar a manos del marqués de la Ensenada, no solo de los
funcionarios de arsenales y cárceles, también por parte de los propios gitanos,
así como nobles que los protegían e incluso cabildos municipales que con la
detención de los gitanos habían visto como algunas labores necesarias quedaban
sin suplir en su comunidad por falta de trabajadores. Esto permitió una gradual
liberación, pues el marqués de la Ensenada rectificó y culpó a los subordinados
que habían llevado a cabo la orden: "El
rey nunca había pretendido dañar a los gitanos que vivían conforme a las leyes".
En 1763 ,
por orden del Rey Carlos III, se notificó que
iban a ser puestos en libertad. Pero la administración debía
primero resolver el eterno problema de la residencia gitana. Además, los consejeros
del Rey decidieron que debía reformarse la legislación sobre los gitanos.
Esto supuso dos años más de confinamiento, para desesperación de los gitanos
presos e inquietud de los militares, tal era la situación que el Rey ordenó
acelerar los trámites y finalizar el asunto.
El 6 de Julio de 1765,
dieciséis años después de la Gran Redada, se ordenó liberar a todos los presos.
Muy interesante esta llamada de atención sobre la política de Fernando VI en relación a la etnia gitana.
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