La escisión anglicana
Enrique VIII, pintura de Hans Holbein el Joven (1539-1540) |
Durante el reinado absolutista de Enrique VIII en Inglaterra
se produce un proceso de separación respecto a la iglesia católica, con la
creación de la iglesia anglicana, a pesar de que él mismo había sido galardonado
con el título de Defensor Fidei por hacer frente a la introducción de la
teología luterana.
El problema comenzó cuando su esposa, Catalina, hija de los
Reyes Católicos, no pudo proporcionar un heredero vivo, lo que era para Enrique
VIII una obsesión. Por esta razón, pidió la nulidad del matrimonio para casarse
con Ana Bolena, que ya se encontraba embarazada.
En 1531 se aprobó la primera Ley de Supremacía, que
declaraba como jefe supremo de la iglesia anglicana a Enrique VIII. El
arzobispo de Canterbury declaró nulo el primer matrimonio y sancionó el
segundo, ya que se había producido en secreto. Pero no es hasta la segunda Ley
de Supremacía de 1534 cuando se produce la ruptura definitiva con Roma, con la
cual se estableció que el rey y sus sucesores eran los jefes supremos de la
Iglesia de Inglaterra.
La muerte de Enrique VIII dejó una Inglaterra desconcertada,
ya que durante su reinado la ideología teológica varió constantemente, pero se
afianzó un fuerte sentimiento nacionalista y de lealtad al rey.
Su primer sucesor, Eduardo VI, debido a su breve reinado, su
juventud y debilidad, no pudo gobernar ni tomar postura en tanto a la
ideología, siendo los jefes del Consejo de Regencia los encargados de esta
función, tomando un matiz más calvinista. Durante este período, se formularon
los Cuarenta y dos mandamientos anticatólicos que constituían la base de la
nueva religión, cuyos principios eran la justificación por la fe y la
predestinación, ambos elementos calvinistas. El sacerdote era un mero ministro
de la palabra, y los funerales y el culto a las imágenes quedaban rechazados.
La sucesora de Eduardo fue María Tudor, católica, por lo que
llevó a cabo un proceso de recatolización de Inglaterra, pero debido a la
brevedad de su reinado, no se consiguieron grandes resultados, y la llegada de Isabel
I supuso el afianzamiento del anglicanismo.
Isabel I, retrato de George Gower (1590) |
La religión anglicana partía del calvinismo, aunque con
elementos católicos. Se anuló el papismo y se aprobaron los Treinta y nueve
artículos en 1563 que supondrían el pilar de la iglesia anglicana. Asimismo, el
anglicanismo parte del luteranismo, aunque con matices, ya que se admite la
importancia de la justificación de la fe, pero además de la necesidad de
realizar buenas acciones. Otro elemento importante es que el inglés pasó a ser
la lengua oficial en este ámbito, no se podía discutir la supremacía regia y se
debía leer la Biblia según las directrices oficiales. Estas medidas provocaron
que un grupo de calvinistas, denominados puritanos, se agruparan en comunidades
regidas por laicos y pastores. Más tarde, una parte de ellos emigró hacia los Países
Bajos para luego dirigirse hacia Estados Unidos.
También surgió una oposición católica a esta teología,
destacando el intento de Felipe II por recatolizar Inglaterra con su Armada Invencible.
Derrota de la armada invencible, pintura de Philippe-Jacques de Loutherbourg (1796) |
La victoria de
Isabel I en este conflicto supuso confirmar su popularidad en su país. Al morir
Isabel I, Jacobo I reina siendo partidario del anglicanismo.
Por tanto, en el siglo XVI se creó y cimentó una nueva
religión, que nació por un conflicto de poderes por decisión regia, y se asentó
la idea de nacionalismo.
Estefanía Velasco
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