El fenómeno económico llamado
Revolución Industrial es una de las dos transformaciones radicales en el ámbito
económico de la humanidad (la otra fue la introducción de la agricultura). La
industrialización se formó a finales del siglo XVIII, en Gran
Bretaña. Durante las primeras décadas del siglo XIX, se extendió
como un movimiento rápido a lugares como Francia, Alemania, Bélgica
y EEUU. Así, a principios del siglo XX llega fuera de occidente,
remarcando a Japón. A finales del siglo XX la Revolución Industrial
habrá dominado cada rincón del globo.
El proceso de la industrialización
alteró las sociedades, no solo en el ámbito socio-económico, ya que
como si de una cadena se tratara, mediante causa y efecto se llegó
redefinir los principios en la formación de la familia y la vida en
sí. Es decir, más allá de los cambios en las tradiciones, la
cultura rural y los oficios, la industrialización graduó la
naturaleza de la vida.
En un primer momento, la población
residía en su mayoría en las ciudades, lo que llevaba a un traslado
de algún miembro familiar y esto, a su vez, llevaba especializar a
otro miembro de la familia en sus tareas. En muchas sociedades
industrializadas la mujer se retiraba de la vida laboral al casarse
para ocuparse de los quehaceres en el hogar. A pesar de esto, lo
habitual era que la mujer fuera explotada en las factorías bajo un
salario mínimo, largas horas de trabajo y abusos continuos. Al
mismo tiempo, los niños eran utilizados para la industria primaria y
al igual que la mujer estaban aplastados por unas condiciones
infrahumanas a cambio de un pequeño salario.
Fuera de casa, se intensificaron las
divisiones sociales. Los trabajadores presionaban a los propietarios
de las fabricas con nuevas formas de protestas, en particular las
huelgas y demás acciones políticas. En muchos aspectos la calidad
del trabajo se deterioró por la presión que sufrían los
trabajadores y el ritmo inhumano. Tras los primeros años de la
industrialización, los salarios mejoraron dando oportunidad para
consumir. Pero fuera de la vida laboral, volviendo al ámbito
familiar, aunque las familias trabajadoras se hallaban fuertemente
unidas aparecieron los efectos de trabajar enajenado y esto podía
llevar a descargar las frustraciones de uno sobre el resto de la
familia. La presión laboral, al principio, también acabó con el
tiempo de ocio aunque después con la aparición del cine, el teatro
popular y los deportes profesionalizados se retomaría.
Por: José Miguel Retamar López
No creo que la "revolución industrial" fuese un movimiento tan rápido como apuntas en tu entrada. Sí que se intensificaron los cambios, pero estos venían produciéndose desde hacía bastante tiempo, incluso en Gran Bretaña.
ResponderEliminarAtentamente,