A pesar del relativo retraso de España,
respecto de otros países de su entorno, desde mediados del siglo XIX
la emergente sociedad industrial fue el escenario para que se
desarrollase la creciente dualidad entre burguesía y
proletariado. Se puede aseverar que, en paralelo, nacieron dos
formas contrapuestas de concebir la sociedad, la propia de la
ascendente burguesia, imbuida por los usos propios de otras
sociedades burguesas europeas y receptora de las nuevas corrientes
culturales y filosóficas, y la correspondiente con el mundo obrero,
cada vez más sensibilizado con la necesidad de modificar las
relaciones sociales y con una creciente militancia en ideologías y
partidos surgidos desde mediados de siglo.
El
romanticismo
Entre 1830 y 1850
se desarrolló la cultura romántica, que contraponía al
Neoclasicismo la reivindicación del lado emocional y de la
libertad del individuo. El Romanticismo había nacido como
expresión cultural del nacionalismo propio del siglo XIX, de
modo que, igual que dentro del nacionalismo habían surgido dos
corrientes (una vinculada al liberalismo y al concepto de
soberanía nacional, y por tanto de carácter democrático, y otra
relacionada con una concepción orgánica y ancestral de la nación
y, por consiguiente, con un marcado matiz conservador), se puede
diferenciar entre un Romanticismo cuya temática se relaciona con la
primera concepción y otro que busca su fuente de inspiración en la
segunda.
En España, el
regreso del exilio de personalidades como el Duque de
Rivas, Martinez de la Rosa y Espronceda fue clave para la
irrupción de la estética romántica y para su identificación con
la implantación del Estado liberal.
El
positivismo como reflejo de la sociedad burguesa
En 1844, Aguste
Comte publicaba “Discurso sobre el espíritu positivo”,
obra clave para la difusión del positivismo. Esta corriente
científica y filosófica sirvió para proclamar la idea de progreso
como objetivo de la humanidad y a la ciencia como principal aliado.
Una burguesia
europea, complacida por su nueva condición preponderante, halló
en el discurso positivista un elemento de identificación
triunfalista.
Las tertulias
fueron un espacio de producción cultural. Empezaron a surgir durante
el Trienio Constitucional y resurgieron en los años 30. A ellas
acudieron los principales escritores románticos. El café El
Parnasillo fue su emblema.
También
aparecieron los ateneos, las sociedades de debate, y en el
Circulo Filosófico tuvieron lugar los primeros debates sobre
krausismo.
Este nuevo
ambiente encontró su reflejo en la aprobación durante la Primera
República del Plan Chao, de 1873, en el que se ponía de
manifiesto el renovado interés por las ciencias naturales y su
carácter experimental.
La
aparición de la cultura obrera
En Europa, el
discurso romántico se agotó tras las revoluciones de 1848.
La alianza entre la burguesía y los sectores populares en contra del
Antiguo Régimen quedó superada.
De la frustración
de 1848 comenzó a germinar la cultura democrática y social,
en la que la cultura popular ensanchó sus horizontes para incorporar
la idea de una postura militante, ligada a las clases trabajadoras
urbanas.
Conducidas por
demócratas y republicanos surgieron múltiples asociaciones
culturales, cuyo fin era convertir a las masas populares en
ciudadanos.
La
irrupción del movimiento obrero
En el Sexenio
Democrático desembarcó en España la internacional obrera de la
mano del pensamiento de Bakunin. El bakunismo pronto prendió en los
campesinos . En mayo de 1869 los obreros de Barcelona formaron
la primera sección de la AIT en España. En 1872 los
tipógrafos madrileños establecieron el primer núcleo del marxismo
español, que en 1879 dio origen al nacimiento del PSOE.
Empezó a tomar
cuerpo así una cultura obrera autónoma. Fue el punto de partida del
movimiento obrero español. Durante el último tercio del siglo XIX
esta cultura se expresó en ámbitos ideológicos diferentes y
contrapuestos:
- El republicanismo. Un sector del republicanismo en España estaba impregnado de las ideas de la Internacional
- Bakunistas y marxistas establecieron un debate, acentuado después de la ruptura de la AIT en 1872.
Durante el Sexenio
se publicaron los primeros periódicos del movimiento obrero, La
Emancipación, La Solidaridad, El Condenado y La Federación.
Bibliografía:
- Apuntes de segundo de bachillerato
- "Historia de España 2" (A. Bahamonde & L.E. Otero) Ed: SM
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