sábado, 26 de abril de 2014

Los Jenízaros: la guardia pretoriana

Jenízaro
El Imperio Otomano fue fruto de la conquista, donde el ejército tuvo una influencia capital, por lo que básicamente constituía un imperio militarizado, en el cual destaca la labor desempeñada por “los jenízaros”, unidades de infantería, adiestradas, que conformaban el ejército de la Sublime Puerta (así es conocido el gobierno del Imperio Otomano), y principalmente se basaban en la custodia del sultán y las dependencias del Palacio Real, dando lugar a la guardia pretoriana. Este ejército era conformado por niños cristianos arrebatados de sus familias (educados en el islam) para ser convertirlos en grandes guerreros y formar parte de la élite del ejército.

Orhan I
Orhan I creó el cuerpo de los jenízaros en 1330, estando formado por no musulmanes, y sobre todo cristianos y prisioneros de guerra. Los jenízaros se convirtieron en el primer ejército otomano permanente, sustituyendo a los guerreros tribales, en cuya lealtad y moral no siempre se podía confiar. Además, ningún combatiente libre consentiría ser un soldado de infantería, debido al arriesgado. La tropa permanente de los jenízaros siguió nutriéndose de esclavos y prisioneros de guerra hasta que, en el año 1380, Selim I decidió profesionalizar su única unidad de infantería verdaderamente fiable. El sultán instauró, en los territorios que le rendían tributo, un impuesto mediante el cual  debían entregar un determinado número de niños para que sirvieran en el ejército turco.

Jenízaros en la batalla de

Viena
Los jóvenes de familias cristianas eran reclutados con edades entre 7 y 14 años para conformar el ejército de la Sublime Puerta. Éstos recibían un gran adiestramiento con duros ejercicios y grandes esfuerzos físicos, además de recibir tácticas de combate en escuelas militares, Acemi Oğlanı. Estos adolescentes eran obligados a la conversión al  islam, para ello, debían aprender de memoria el Corán. Aunque no todo era negativo, puesto que a estos soldados también se les formaba culturalmente con el aprendizaje de literatura o idiomas, entre otros, además de numerosos juegos, favoreciendo a la cohesión del grupo de jenízaros. Sin embargo,  no todos accedían a ser un jenízaro, sino solo aquellos que hubiesen demostrado grandes aptitudes podrían acceder a dicho estatus. A partir de su consagración, solo debían dedicarse únicamente al cumplimiento del deber. Es por ello, que se les tenía prohibido el matrimonio, para que no se centrasen en otras preocupaciones que no fuesen, únicamente, las del imperio. Por lo tanto, la única familia de un jenízaro era el resto de grupo y el padre, el sultán, al que le debía lealtad y fidelidad. Además, seguían como guías espirituales a los derviches (orden religiosa suní formada por mendigos ascéticos que renegaba de los bienes materiales), para asegurar la lealtad de  los soldados y no intentasen hacerse con poderes superiores, es decir, sólo se debían gloria a la Sublime Puerta. Sin embargo, a partir del siglo XVI, los jenízaros empezaron a tomar gran importancia con sus sonadas victorias, llegando a rivalizar al propio sultán. Es entonces, cuando se producen los enfrentamientos contra el gobierno, y los jenízaros exigen privilegios bajo la amenaza del golpe de estado, llegando a conseguir incluso que se aboliere el sistema de devshirmeh

Mahmut II
Pero, con la llegada al poder del sultán Mahmut II se pondrán fin a todos estos hechos. Éste se hartó de las extorsiones sufridas a manos de su tropa de élite y elaboró un plan para disolverlos: se comenzó a entrenar una nueva tropa de élite formada por combatientes turcos, y como era de esperar, a los jenízaros no les hizo ninguna gracia la constitución de un cuerpo que podía amenazar su estatus político, por lo que, tal como habían previsto el sultán y su estado mayor, se sublevaron en las calles de Estambul. En esa rebelión, Mahmut II asesinó a todos los jenízaros que pudo encontrar, disolviendo oficialmente el cuerpo y exiliando a las provincias más lejanas del imperio a los pocos supervivientes que depusieron las armas.

En conclusión, el Imperio Otomano disfrutó de numerosas victorias y una gran expansión gracias a la labor de los jenízaros, sin embargo, la codicia de todos ellos llevaron al imperio a sobrepasar una de sus peores épocas, pero finalmente pudieron ser disueltos.

María Martínez
Grupo 8


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