viernes, 11 de abril de 2014

El socialismo olvidado

Los Kibbutzim israelíes fueron una experiencia de colectivización de la agricultura y de vida comunitaria que duró décadas.

Apartando la crítica que comúnmente reciben estas interesantes comunas, tales como su sionismo practicante, la ayuda que proporcionaron a la formación del actual criticado Estado de Israel, etc..., es interesante analizarlo como modo de producción económico y sistema de organización social alternativo al capitalismo.

Los kibbutzim fueron creados sobre 1910 por un grupo de revolucionarios rusos que, una vez fracasada la revolución de 1905, viajaron por lo que hoy conocemos como Israel para crear un mini-socialismo dentro del capitalismo que existía en el resto de Europa.

Cada Kibbutz puede tener una población entre 100 y 1000 personas, aunque en sus comienzos, solo hubo un kibbutz, en el que vivían 12 personas. Sin embargo, no tardó mucho esta idea en correr como la pólvora, y muchos kibbutzim se fueron formando alrededor de todo Israel, llegando a existir 270 kibbutzim y una población total de 120000 habitantes.

Los principios básicos de los Kibbutzim son los siguientes:

 -Centralidad en el trabajo agrícola, como primordial. Aunque con los años, se empezarían a realizar otras actividades.
 -Propiedad colectiva, de medios de producción, servicios y bienes. En los primeros años, el espíritu colectivizador llegó al punto de que los niños durmieran todos juntos. Con los años, esto cambió.
La ropa también era colectiva: cuando alguien ya no quería una prenda, o le quedaba mal de talla, era devuelta al almacén colectivo, donde iba quien necesitara alguna prenda.
 -Salarios igualitarios, dependiendo de las necesidades de cada uno, en función de variables como el número de hijos, independientemente del puesto que tenga (cocinero, agricultor, Secretario General...)
 -Trabajo propio. Los trabajadores debían de ser los propietarios de los medios de producción para evitar la plusvalía. Por tanto, no se aceptaba trabajo externo.
 -Rotación de puestos. Los altos puestos debían rotar entre los miembros.
 -Decisiones democráticas. Todas las decisiones importantes eran tomadas en asamblea, en la que podía participar cualquier miembro que lo deseara.
 -Judaísmo cultural. Las festividades culturales judías eran muy importantes, y enfatizan los significados agrícolas como conectores entre Dios y el hombre.


Obviamente, no vamos a dejar de lados los problemas que tuvo esta forma de organización socio-económica:

 -Al pretender resistir dentro del sistema capitalista, éste lo acabó absorbiendo, hasta el punto de que hoy día, desde hace unas dos décadas, los kibbutzim han sufrido cambios serios tales como la existencia de trabajo exterior a personas que no pertenecer al kibbutz y por tanto, el trabajo asalariado; la existencia de salarios diferenciados; la propiedad privada.
 -Los kibbutzim no estaban libres de conductas patriarcales: las mujeres se dedicaban generalmente a las "tareas" que históricamente se han dedicado a las mujeres, como el cuidado de niños, la cocina, etc...

Obviamente esto era de esperar. El socialismo no puede darse de forma aislada. Tarde o temprano, cuando el capitalismo quiera, acabará con esa forma de organización. Ni el "socialismo en un solo país", ni las comunas urbanas de Barcelona, ni las comunas Israelíes que acabamos de mencionar, ni el proyecto de economía alternativa implantado en Marinaleda (Sevilla) desde hace treinta años, etc... pueden resistirse de forma indefinida al capitalismo: en un planeta globalizado es imposible crear alternativas socialistas exitosas; dichas alternativas, solo sirven para dar a conocer que otra forma de vivir es posible, que el capitalismo no es la única opción, ¡y mucho menos el binomio que nos cantan los liberales de "capitalismo o stalinismo"!

Durante la década de los sesenta, cuando los kibbutzim tuvieron gran apogeo y llegaron a crearse doscientas comunas, miles de jóvenes de toda Europa emigraron para allá con el fin de vivir experiencias alternativas; bien de forma indefinida, o bien temporalmente, a modo de voluntariado. De hecho, la población total se multiplicó por tres en una sola década.
Es curioso señalar que, mientras que muchos jóvenes emigraron a las comunas para vivir de forma más libre, muchos de sus hijos, serían emigrantes a Tel Aviv y a las grandes ciudades.

En la actualidad siguen existiendo kibbutzim, pero con las modificaciones que antes he mencionado. Sin embargo, alguna que otra comuna sigue manteniendose más fiel a la tradición histórica y a los ideales socialistas.






 A modo de conclusión, añado el siguiente artículo de opinión que escribí para el Diario Progresista:

"El socialismo olvidado"




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