Si algo suele ser desconocido es el papel que la mujer ha
jugado en la historia, pero para los occidentales, en general, lo es más el
papel de la mujer en la historia del mundo árabe, aunque haya en común tantas
cuestiones culturales y sean mundos tan próximos en el mediterráneo.
En palabras del historiador e intelectual Mauro Torres, “La
historia es de Humanidad y para la Humanidad, y la Humanidad es una palabra
vana si no se integra en unidad el genio femenino con el genio masculino, si no
se hace a cuatro ojos, a dos mentalidades, a dos criterios, a dos enfoques
¡heterogéneos!, esto es, que comprendan los dos universos, el femenino y el
masculino”.
Esto quiere decir que la historia ha estado siempre
incompleta, ya que solo se ha tenido en cuenta el punto de vista masculino, y
que esto debería cambiar y podría ser muy beneficioso para el ser humano.
Por ello, he querido analizar la situación de la mujer árabe
a través de la historia moderna y contemporánea.
Según algunos estudiosos de la materia, entre ellos el
propio Torres, la mujer ha quedado relegada en la historia debido a que su
instinto por perpetuar la especie ha sido siempre muy fuerte y, por tanto, ha
estado siempre demasiado ocupada en cuidar de su descendencia y su hogar.
Sin embargo,-en mi opinión- a pesar de que este papel pueda
parecer irrelevante, no lo es en absoluto, puesto que la mujer ha sido
responsable de educar a una edad muy temprana a esos hombres que más tarde
serían ilustres, o como se diría popularmente, “detrás de un gran hombre, hay
siempre una gran mujer”; así como se ha ocupado de transmitir costumbres
culturales (a veces incluso en su propio perjuicio, perpetuando esos roles
machistas tan arraigados).
En primer lugar, cabe destacar que realizar un análisis de
la mujer en el mundo islámico es un tanto complicado, ya que hay un gran
abanico de variantes en función del contexto, que hacen que se tenga una visión
social distinta de la mujer de unas regiones a otras. No obstante, hay cierta
homogeneidad en la concepción que de ésta se tiene, debido a que la religión
islámica -mayoritaria en los países
árabes- normalmente está estrechamente ligada al estado.
Además, en las sociedades occidentales, a menudo suele
tenerse una imagen de la mujer musulmana estereotipada y basada en datos
insuficientes, tendentes a la generalización.
En torno al velo llevado por las mujeres que pertenecen a la
religión musulmana, por ejemplo, hay que aclarar que en un primer momento de su
historia, fue un símbolo de la protección a la mujer de los abusos sexuales que
podían sufrir por parte de hombres ajenos a su familia y que, en esta línea, su
reclusión y dependencia del hombre han sido su natural consecuencia. Es decir,
una excesiva sobreprotección patriarcal, ha llevado a la mujer árabe a una
situación de dependencia e inferioridad –situación en la que, por otra parte,
no hace más de 60 años aún se daba en España, sin ir más lejos-.
Esto, según algunos expertos de la materia, también puede
deberse a una interpretación errónea de los preceptos del Islám, que afirman
que el Islám no discrimina a la mujer, ya que muchas mujeres, a lo largo de la
historia del Islam, han participado activamente en la política, la guerra e
incluso en el nacimiento y primeras décadas del Islam. De hecho, la situación
de las mujeres árabes en algunos ámbitos mejoró con la implantación de esta religión,
puesto que permitió abolir prácticas como el derecho de matar a las recién
nacidas en épocas de extrema pobreza para las familias, entre otras cosas.
En cuanto a su situación en la propia familia, su “status”
depende en gran medida de su rol. Por ejemplo, las mujeres que se casan y
tienen hijos son mucho mejor valoradas que las que se divorcian, que reciben el
rechazo de su entorno como mínimo. De esta forma, la mujer en la familia
islámica es una pieza fundamental por su carácter reproductor y educador (los primeros años de vida de los hijos solamente, en el caso de los varones, y mucho más tiempo en el de las niñas), pero al mismo tiempo, invisible, aunque una
vez más hay que tener en cuenta que estos valores varían en función del lugar
analizado.
Por ello, la imagen de mujer sumisa con el velo que se
asocia a la mujer islámica, debe ser puesta en duda. Por otra parte,
determinadas feministas occidentales todavía comparan la emancipación de la
mujer musulmana con la retirada del velo y el rechazo a su religión, sin
embargo ésto no tiene por qué ser así.
Y aunque una lectura literal de los textos religiosos sagrados
puede llevar a una interpretación sobre la diferencia entre hombres y mujeres,
considerando a éstas inferiores, actualmente
muchas mujeres son partícipes de los cambios que se llevan a cabo en sus
sociedades, por ejemplo, en la conocida Primavera Árabe.
Lo que sí está claro, es que en la sociedad árabo-islámica,
como lo ha sido en multitud de sociedades -incluida la occidental- a lo largo
de la historia, la religión ha servido como excusa para establecer un modelo
patriarcal en el que la mujer debe estar supeditada a los deseos del hombre.
Por suerte, multitud de mujeres y, por supuesto, de hombres que no están de
acuerdo con este dogma, han trabajado y trabajan para que la historia no siga
siendo solo el reflejo de una parte de la humanidad, sino de su conjunto.
Solo queda decir que, por supuesto, si algún compañero/a sabe más del tema y quiere puntualizar alguna cosa, bienvenido sea su comentario.
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