Uno de los fenómenos sociales, económicos y políticos, que
cobró especial interés en las últimas décadas del siglo XX y que toma aún más importancia
en el siglo XXI son las migraciones. Las discusiones sobre la
migración extracomunitaria comenzaron a profundizarse cuando España entró en la
Unión Europea en 1986.
A principios de la década de 1990 aumentan los movimientos migratorios no sólo
de los países periféricos a países centrales sino entre países periféricos que
se diferencian por su desarrollo económico. La situación de muchos países
pobres, caracterizada sobre todo por la desigual distribución de la renta, elevado
porcentaje de la población joven, al igual que el de los económicamente activos
sin empleo y otro gran porcentaje de la población que no pueden satisfacer sus
necesidades básicas, crean una situación crítica que les empuja a buscar mejores condiciones de vida en países
más ricos con sistemas democráticos
aventajados y con Estados de Bienestar.
Por ejemplo, los factores que favorecen las migraciones de los norteafricanos y
subsaharianos y el de latinoamericanos a Europa, especialmente a España, son la
proximidad y las relaciones coloniales o lazos históricos previos, los
contactos frecuentes, el conocimiento del idioma y las redes sociales que
funcionan desde hace mucho tiempo en varios países de Europa occidental. Si
bien estas características son evidentes desde siempre en los movimientos de
población, la globalización ha incentivado la información constante por parte
de los medios de comunicación, el abaratamiento de los medios de transporte y
el funcionamiento cada vez más dinámico de las mafias traficantes de
inmigrantes ilegales.
Pero antes de hablar sobre la relación de los dos conceptos
hay que definir la globalización. A decir verdad, poca gente tiene una
definición exacta de este concepto, pero algunos como Giddens (1999) entiende la globalización como: “una serie compleja de procesos que, además,
operan de manera contradictoria; como algo que no tiene que ver solo con los
grandes sistemas, con lo que hay ahí fuera, alejado del individuo, sino con
aspectos íntimos y personales de nuestras vidas; como algo que no solo presiona
hacia arriba, sino también hacia abajo”.
Otros como Safranski (2004)
la define como:” el proceso por el que
los mercados y la producción en los diversos países entran cada vez más en una
dependencia reciproca a causa de un comercio transnacional con bienes,
servicios, fuerzas de trabajo y el movimiento del capital y la tecnología”.
Estas definiciones nos enseñan
como la globalización cambia la vida de
las personas, y no sólo se refiere a un intercambio económico sino también a un
intercambio de fuerza de trabajo, que se da precisamente por medio de la
migración cuyas causas mencioné anteriormente. Aunque llamar a la gente fuerza de trabajo es un poco lamentable
porque bajo este nombre les tratan como máquinas que producen ganancias y no como personas que son.
Sobre la relación de la
globalización y migración, se cree que gracias a la globalización se produjo un
considerable incremento de las migraciones, especialmente de Sur a Norte debido a las crisis económicas, catástrofes
naturales, persecuciones, guerras, etc.
Actualmente, la tendencia de
economía, que abre fronteras a los capitales y a las mercancías, es cada vez con menos restricciones, y que
tiende a generalizarse entre los países, dejando fuera de su dinámica a los migrantes. Entonces,
¿qué impacto tiene la globalización sobre las migraciones? Como ejemplo: México,
ha sufrido el impacto de la globalización y de la apertura de los mercados con Tratado de Libre Comercio de América del
Norte firmado por México Estados Unidos y Canadá donde se omitió el tema de la
fuerza de trabajo, a pesar de las dimensiones del fenómeno migratorio entre
México y Estados Unidos. Otros impactos
son los mencionados más arriba: las nuevas tecnologías, disponibilidad
de los medios de tansporte y comunicación, difusión de la información, etc.
Todo esto, cambia las expectativas de las personas permitiendo libres contactos interpersonales y dejando mayores opciones de
desplazamiento incluso sin emplear más recursos de lo necesario.
Muchas veces, las migraciones o
más concretamente inmigrantes se ven como algo negativo ya que éstos ocasionan
problemas para la sociedad. Pero si mirar por otro lado, los que emigran de su
país de origen al otro tampoco reciben un trato debido por parte de las
autoridades del país destino. Los países que reciben a los emigrantes responden
de forma contradictoria. Por una parte desarrollan políticas migratorias
restrictivas consiguiendo que un número importante de personas permanezcan en el país de forma ilegal y
tengan que adaptarse a vivir en situaciones
vulnerables, a la vez que forman parte de un mercado de trabajo que les
reclama. Estas medidas chocan tanto con los derechos humanos como con las
necesidades del mercado de trabajo que requiere una oferta estable de mano de
obra. Por tanto, hay que buscar compromisos algunos de los cuales son los
siguientes:
Político:
Comprender que la inmigración no sólo plantea problemas de integración social,
sino que posee una dimensión
política, que es necesario trabajar por una igualdad jurídica,
para que los inmigrantes tengan los mismos derechos y libertades que el resto
de ciudadanos.
Social: Exigir de
las administraciones públicas la eliminación de toda discriminación en
el acceso a la vivienda, al trabajo, a los servicios sociales, etc. denunciando todas
las situaciones en que se produce la discriminación y organizándose contra
ella.
Cultural:
Combatir en el día a día los estereotipos y prejuicios acerca
de los inmigrantes, buscando el contacto real, reconociendo y valorando sus
diferencias culturales, afirmando su dignidad y la importancia de una
convivencia en plano de igualdad.
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