Las causas bélicas del
estallido de la IIGM fueron, entre otras, en Occidente, la invasión de Polonia por las tropas
alemanas y, en Oriente, la invasión japonesa de China.
Europa
En un primer momento, los
países aliados estaban formados tan sólo por Polonia, Gran Bretaña y Francia,
mientras que las fuerzas del Eje las constituían únicamente Alemania e Italia
en una alianza llamada el Pacto de Acero.
A medida que la guerra
progresó, los países que iban entrando en la misma (por ser atacados o tener
tratados con los países agredidos) se alinearon en uno de los dos bandos,
dependiendo de cada situación. Ese fue el caso de los EEUU y la URSS, atacados
respectivamente por Japón y Alemania. Algunos países, como Italia, cambiaron
sus alianzas en las fases finales de la guerra.
Gran parte de la población
polaca fue sometida al dominio y represión de los alemanes. Especialmente
significativo fue el caso de la comunidad judía, exterminada en buena medida en
los campos de concentración o fallecida a consecuencia de las inhumanas
condiciones que sufrió en guetos como los de Varsovia o Cracovia.
Para Europa, uno de los
antecedentes más importantes fue el Tratado de Versalles, ya que, al ser Alemania
uno de los países vencidos de la IGM, se sintió tratada de forma muy injusta.
El Tratado de Versalles, establecía la compensación que Alemania debía pagar a
los vencedores. El Reino Unido obtuvo la mayor parte de las colonias alemanas
en África y Oceanía. Francia recibió como pago una gran indemnización económica
y la recuperación de Alsacia y Lorena, que habían sido anexionadas a Alemania
por Bismarck tras la guerra Franco-prusiana en 1870.
En Alemania, el Tratado de
Versalles tuvo un amplio rechazo popular: bajo su cobertura legal se había
desmembrado el país, la economía alemana se veía sometida a pagos y
servidumbres a los Aliados considerados abusivos, y el Estado carecía de
fuerzas de defensa frente a amenazas externas, sobre todo por parte de la URSS,
que ya se había mostrado dispuesto a expandir su ideario político por la
fuerza. Esta situación percibida de indefensión y represarías abusivas,
combinada con el hecho de que nunca se llegó a combatir en territorio alemán,
hizo surgir la teoría de la Dolchstoßlegende (puñalada por la espalda), la idea
de que en realidad la guerra se podía haber ganado hacia aún más injusto el ser
tratados como perdedores. Surgió así un gran rencor a nivel social contra los
Aliados, sus tratados, y cualquier idea que pudiera surgir de ellos.
La desmovilización forzosa
del ejército dejo en la calle a una cantidad enorme de militares. Crearon y
organizaron los Freikorps, así como otros grupos paramilitares. La lucha de los
Freikorps y sus aliados contra los movimientos revolucionarios alemanes, como
la liga Espartaquista, hizo que tanto ellos como los segmentos de población que
les apoyaban se fueran inclinando cada vez más hacia un ideario reaccionario y
autoritario, del que surgiría el nazismo como gran aglutinador a finales de los
años 20 e inicio de los 30.
Hasta entonces, había sido un
partido en auge, pero siempre minoritario; un intento prematuro de hacerse con
el poder por la fuerza (el Putsch de Múnich) acabó con varios muertos, el
partido ilegalizado y Hitler en la cárcel. Es durante ese periodo de encarcelamiento
que escribió “Mein Kampf” (mi lucha), el libro en el que sintetizó su ideario político para Alemania.
Partiendo de la sensación de
afrenta causado por el Pacto de Versalles, los nazis potenciaron, alimentaron y
extendieron la necesidad de reparación en la sociedad alemana, mezclando los
problemas reales con las necesidades de su propio programa político. Al igual
que se justificó la represión brutal de cualquiera que no pensara del mismo
modo o fuera percibido como un enemigo del Estado.
Asia
En 1931, se produjo un
incidente en el que se vio envuelto el ejército japonés que custodiaba el
ferrocarril del Sur de Manchuria, de propiedad nipona. Japón acusó a los chinos
de volar parte del tramo de dicho ferrocarril.
Muchos pensaron que en
realidad los responsables del sabotaje habían sido miembros del propio ejército
japonés, y que el acto era una mera excusa para anexionarse el territorio
chino.
En 1932 Japón, alegando la
defensa de sus intereses, y una vez expulsadas las tropas chinas, creó la República
de Manchukuo. China, impotente para abortar la anexión de Manchuria, elevó una
protesta en la Sociedad de Naciones. La respuesta de Japón fue que su acción se
justificaba por la situación de anarquía en que se encontraba inmersa China, en
legítima defensa de sus intereses. Ante la condena de la Liga de Naciones y el
no reconocimiento del nuevo estado, Japón abandonó la organización en 1933.
A partir de 1937 Japón
acometió la invasión del resto de China, organizando la Guerra Chino-Japonesa,
que se extendería hasta 1945, ya dentro de la IIGM.
La anexión de Manchuria puso
de relieve la debilidad e inoperancia de la Sociedad de Naciones. Supuso
asimismo un claro precedente del que tomarían buena nota Alemania e Italia.
Raquel Martínez Estévez
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