La línea P es una barrera
defensiva a lo largo de los Pirineos que se construyó entre 1939 y 1948 para la
defensa de España tanto de la Alemania nazi como de los Aliados. Sin embargo,
nunca se terminó del todo. La idea de esta construcción era obtener una
frontera impenetrable, reforzando la defensa que ya ofrecen los Pirineos de
forma natural.
La militarización
de la cordillera abarcaba aproximadamente unos 500 kilómetros, desde el
Cantábrico hasta el Mediterráneo, con un proyecto inicial que contaba con entre
8.000 y 10.000 asentamientos militares, aunque solamente se construyeron unos
4.000.
El plan original estaba ideado para que cada centro estuviera rodeado de trincheras comunicadas entre sí, con pozos, observatorios y alambradas. Alojarían un arsenal compuesto por ametralladoras, cañones antitanque, piezas de infantería y morteros. Los asentamientos estaban divididos en cinco modalidades: de observación o mando, de combate, de artillería, a cielo abierto o abrigos. Para su construcción se usaron cantidades ingentes de hierro y cemento, materiales que escaseaban en la postguerra. Gran parte de este material acabó en manos privadas.
La obra nunca llegó a culminar ni entró en servicio, aunque el Ejército mantuvo activo el plan hasta 1985. Lo abandonó una vez que España ingresó en la Comunidad Económica Europea y formó parte también de la estructura militar de la OTAN. Desde entonces esta infraestructura militar defensiva ha derivado en un recurso patrimonial de primer orden y en una atracción turística más.
El plan original estaba ideado para que cada centro estuviera rodeado de trincheras comunicadas entre sí, con pozos, observatorios y alambradas. Alojarían un arsenal compuesto por ametralladoras, cañones antitanque, piezas de infantería y morteros. Los asentamientos estaban divididos en cinco modalidades: de observación o mando, de combate, de artillería, a cielo abierto o abrigos. Para su construcción se usaron cantidades ingentes de hierro y cemento, materiales que escaseaban en la postguerra. Gran parte de este material acabó en manos privadas.
La obra nunca llegó a culminar ni entró en servicio, aunque el Ejército mantuvo activo el plan hasta 1985. Lo abandonó una vez que España ingresó en la Comunidad Económica Europea y formó parte también de la estructura militar de la OTAN. Desde entonces esta infraestructura militar defensiva ha derivado en un recurso patrimonial de primer orden y en una atracción turística más.
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