Rutas comerciales históricas
A continuación intentaré describir algunas de las rutas
comerciales más importantes de la historia y del mundo moderno y sus principales características.
Para comenzar debemos hacer referencia a dos grandes
rutas que han tenido mucha importancia a lo largo de muchos siglos y que han
sido creadas ya desde el mundo Antiguo y han repercutido en la búsqueda de
nuevas rutas a finales del siglo XV: La Ruta de las Especias y la Ruta de la
Seda.
El
comercio de las especias comenzó probablemente hace milenios y
de ello tenemos constancia escrita, por ejemplo, en relatos del Antiguo
Testamento donde aparecen caravanas de comerciantes de especias en dirección a
Egipto. Estas caravanas traían hacia occidente el clavo y la pimienta de la
India, la canela y la nuez moscada de las Islas Molucas o el jengibre de China.
En la Edad Media el comercio de especias estaba en
manos de los árabes que las compraban en la India y las transportaban hasta los
puertos del Mediterráneo oriental donde se las revendían a comerciantes
italianos que iniciaban su distribución por Europa.
El negocio tenía tales dimensiones que los árabes
procuraron mantener siempre a los comerciantes europeos fuera de sus rutas
comerciales para evitar cualquier tipo de competencia. A su vez los
comerciantes italianos mantenían el monopolio de las especias.
El precio de las especies era muy elevado debido a la
dificultad y peligro que suponían los viajes y además por el hecho de que
pasaban por las manos de muchos comerciantes antes de llegar al consumidor y
esto suponía un coste adicional.
Por otro lado la Ruta
de la Seda también tiene muchos siglos de antigüedad ya que según el prehistoriador
André Leroi-Gourhan, esta ruta fue un espacio de intercambios activo ya desde el
Paleolítico. Es heredera de la ruta de Jade, cuyos restos se remontan a los 7000 años de antigüedad, aunque no se menciona en las crónicas chinas hasta el siglo II
a.C.
La ruta de la seda clásica contaba con diferentes
caminos y trazados que, partiendo de Chang-an, atravesaban el corredor de Gansu
hacia los oasis de Dunhuang. Desde aquí, el camino proseguía hasta la
ciudad-oasis de Kashgar. Más adelante se bifurcaba. Un camino norte llevaba por
la meseta de Pamir y Samarcanda hasta Mashad.
La ruta del sur rodeaba el desierto de Gobi por Bactra
y Herat hasta concluir en Mashad. Ya unidos, los dos caminos continuaban
atravesando Asia Central y Persia, llegando a la cuenca mediterránea por
Ctesifonte y Palmira. Alejandría, en el sur, y Bizancio, en el Norte, eran sus
puntos terminales.
A pesar de ser conocida como Ruta de la Seda, este
tejido no era lo único que circulaba por ella. Desde que se divulgó el secreto
de la fabricación de la seda, el comercio de ésta fue reemplazado por el de
cerámica y especias. La ruta de la seda hizo llegar al mundo mediterráneo
innovaciones como la brújula, el papel, la pólvora o la porcelana.
Aunque estas dos rutas fueron muy importantes a lo
largo de muchos siglos debido a que unían el mundo occidental con el oriental, fueron
perdiendo paulatinamente importancia
debido principalmente a la caída de Constantinopla en 1453 ya que desde que
esta quedó en manos de los turcos, el Mediterráneo fue monopolizado por ellos y
por Génova y esto obligaba al resto de territorios de la costa oeste europea a
ir buscar nuevas rutas marítimas que conectasen con el mundo oriental. Otra de
las grandes motivaciones de esta búsqueda fue el intento de monopolizar el
comercio de las especias y abaratar los costes de los viajes a Asia,
especialmente por parte de los portugueses y de los españoles.
Por tanto, a finales del siglo XV comenzaron una serie
de importantes expediciones en busca de nuevas rutas.
Uno de las personas más importantes que incentivó estas
búsquedas fue el rey Juan II de Portugal por las razones anteriormente
enunciadas y porque anhelaba la expansión de su reino pero rechazó el proyecto
de Colón porque pensaba que era muy arriesgado y optó por la idea de ir circunnavegando
el continente africano y abrirse camino por el Cabo de Buena Esperanza hacia el
océano Índico hasta llegar a las Indias.
Mientras se organiza la expedición, Colón consigue el
apoyo de los Reyes Católicos y llega a lo que él considera las Indias en 1492.
Juan II muere pero su hijo Manuel I sigue empeñado en
encontrar una nueva ruta ya que no está contento con el reparto de la tierra
descubierta (América) realizado en los tratados de Alcaçovas y Tardecillas.
Seguirá el plan original de su padre y pondrá al frente de la expedición a
Vasco Da Gama, que no era un marino, sino un caballero de la Corte, pues no
se trataba sólo de explorar, sino también de enfrentarse a los peligros del
viaje y de los territorios a los que se llegaría.
La expedición partió en el verano de 1497 formada por
cuatro barcos y con provisiones para tres años y alcanzó la ciudad de Calicut
10 meses después. En la India, Vasco Da Gama tuvo dificultades con los
gobernantes locales y aunque su regreso a Portugal no se produjo hasta algo más de dos años después, el
viaje fue considerado un éxito, pues pese a las dificultades (duración, vientos
contrarios, obstáculos puestos por los musulmanes) se había concluido una expedición que duró prácticamente un siglo y debido a que a partir de ese momento el
comercio de las especies generaría muchos beneficios para Portugal.
Por otra parte tras el descubrimiento de América se
creó otra de las rutas más importantes: la Ruta
Triangular. Esta fue muy importante ya
que llegó a unir tres continentes: Europa, África y América (de ahí su nombre)
y porque tuvo una larga duración al establecerse en el Atlántico desde el siglo
XVI hasta el XIX.
La ruta tenía como punto de partida el continente
europeo con puertos tanto en España como en Portugal, Francia, Inglaterra y
Holanda. Estos territorios se disputaron el control de la ruta de manera que durante
el siglo XVI fue español y portugués, holandés en el XVII e inglés en el XVIII.
En los puertos de estos territorios los barcos se abastecían
de manufacturas y todo tipo de productos y partían hacia el continente
africano, donde hacían una parada en los puertos situados entre el río Senegal
y Congo donde también se abastecían de productos y además de esclavos, con los
que llegarán a América, principalmente a las Antillas. En el nuevo continente
vendían todos estos productos y se abastecían de productos coloniales como el
azúcar, el cacao, el tabaco y además con metales preciosos, con los que volvían
a Europa.
La Ruta del
Galeón de Manila complementaba la Ruta Triangular ya que unía Nueva España
(México), Acapulco en concreto, con Manila, en Filipinas y los productos que se
conseguían en oriente se llevaban también a Europa.
La ruta fue inaugurada en 1565 por el marinero y fraile
español Andrés de Urdaneta, tras descubrir el Tornaviaje o ruta de regreso a
México a través del océano Pacífico, gracias a la corriente de dirección este. El
último barco zarpó de Acapulco en 1815 y fue el último debido a que la Guerra
de Independencia de México acabó con los dos siglos y medio de historia de esta
ruta.
Se realizaba dos veces al año y era una difícil travesía
ya que los navegantes dependían de la corriente de Kuro-Siwo y si esta no actuaba quedaban estancados en el Pacífico.
Se intercambiaban metales preciosos de América por
especies, porcelana, sedas, y productos de lujo chinos y japoneses y su éxito
se debía a que los metales de América se vendían a un alto precio en Asia y los
productos de allí se compraban muy baratos para luego venderlos en América y en
Europa a precios mucho más altos, de forma que generaba muchas ganancias.
Esta ruta a su vez se veía complementada con la Flota de las Indias que empezó a
funcionar en el siglo XVI y por la que se transportaba mercancía desde puertos
americanos como los de Veracruz, Cartagena de Indias, Portobelo o La Habana
hasta Sevilla o Cádiz.
En la década de 1520, y debido al incremento de la
piratería inglesa y francesa, se decidió organizar un sistema de convoys para
aumentar la seguridad del transporte. La idea era establecer dos flotas
distintas, ambas compuestas por galeones fuertemente armados con cañones y
barcos mercantes (carracas) para llevar la carga. Las dos flotas salían cada
año de Sevilla. Tras completar la descarga de sus productos, las flotas se
reunían en La Habana, en la isla de Cuba, para el viaje de vuelta.
En el viaje de ida llevaban productos manufacturados y
esclavos y en el de vuelta productos coloniales y además los productos
provenientes de Asia.
La situación económica española fue decayendo con el
tiempo y esto llevó a la desaparición de la Flota de Indias cuya última expedición
salió en 1776.
A modo de conclusión me gustaría destacar la enorme
importancia de todas y cada una de estas rutas en su conjunto puesto que además
del intercambio de productos, había un importantísimo intercambio de culturas,
religiones, tradiciones e innovaciones desconocidas que permitieron la fusión de
las culturas y son responsables en cierta medida de la configuración de nuestro
mundo actual.
Estas rutas a pesar de los peligros que entrañaban (saqueadores
y piratas, condiciones climáticas adversas, falta de provisiones, hambre,
contagio de enfermedades, etc.) tienen un gran valor ya que al fusionarse las
culturas permitían el descubrimiento de utensilios o productos desconocidos por
algunos pueblos que mejoraron la calidad de vida de las personas. Por otro lado
la lucha por el control propició la búsqueda de nuevas rutas que culminaron con
el descubrimiento de América que supuso un hito en la historia y debido al cual el foco de atención pasa de ser el Mediterráneo a ser el Nuevo Mundo.
En resumen, las rutas comerciales no solo son importantes
en el campo de la economía sino que también han tenido un gran peso en el plano
social y humano, han aportado innumerables beneficios y han sido responsables
en gran medida y, de forma directa o indirecta, de nuestra evolución histórica.
Bibliografía:
Hay muy pocas rutas.
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