"Yunnan,
donde el mundo no mira
El País - 27 enero 2014
Es
fácil saber que se está sobrevolando la provincia de Yunnan. Sucede justo
cuando la gruesa capa de polución que cubre el resto de China se desvanece y el
gris industrial de su característico paisaje se transforma en una paleta de
vivos colores. Están los intensos verdes de las junglas de la región sureña de
Xishuangbanna, los arrozales ocres del centro, el azul profundo de lagos aquí y
allá, y las aristas nevadas que rodean la mítica Shangri-la, y que ascienden al
norte hasta el altiplano del Tíbet. Todo ello salpicado por los dorados de
pagodas más propias de la vecina Myanmar.
A ras de
suelo, la homogeneidad del paisanaje también estalla convertida en un complejo
universo cultural. La mayoría de la etnia Han, la más común en China, se diluye
para dejar paso a un atlas humano compuesto por 26 grupos diferentes, en el que
tienen cabida desde los agricultores que conservan la única escritura
pictográfica del planeta (el dongba de los Naxi), hasta los guerreros que
no hace mucho colgaban las cabezas de sus enemigos en el porche y comerciaban
con opio, como es el caso de los Wa. También se han desarrollado en estas ya no
tan remotas tierras sociedades como la de los Mosuo, también conocida como El
reino de las mujeres, porque estas pueden tener tantos compañeros
sexuales como deseen.
China,
pero no
Muchos de
estos grupos son naciones sin estado. Por eso resulta tan difícil creer, en
muchas ocasiones, que Yunnan sea China. Ni siquiera su capital, Kunming,
comparte muchos de los elementos que caracterizan a las ciudades del país. Ahí
están los rascacielos fruto del rápido crecimiento económico, y también los
monumentales centros comerciales que han llenado el vacío religioso cavado en
la población desde 1949 con una hoz y un martillo. Pero Kunming es diferente.
Ha sabido sumergirse en la globalización sin sacrificar un carácter forjado
durante siglos.
Y eso es
también una bendición para cualquier viajero. Porque es posible disfrutar de un
desayuno típico en un pequeño establecimiento callejero o dejarse llevar por un
bufé internacional de cinco estrellas. Relajarse en una casa
de té con lo mejor de
la variedad autóctona oolong o tomarse un capuccino en un Starbucks. Dejarse seducir por
los matices de una ópera tradicional o sudar como un loco al ritmo de los clubs
de la ciudad. Da exactamente igual lo que uno esté buscando. Kunming lo tiene a
espuertas.
El hombre
y la foto
El resto de
Yunnan defrauda todavía menos. Entre sus fronteras, el tiempo parece
ralentizarse, el estrés de las megalópolis se desvanece en lugares como Dali,
antaño núcleo de mochileros y ahora una de las ciudades más abiertas al turista
occidental de la región. La naturaleza, vejada y torturada en gran parte del
resto de China, representa todavía un papel protagonista allí. Viajar por estas
tierras fértiles, que además esconden codiciadas materias primas, es como
introducirse en el mundo de Horizonte perdido, la novela
que James Hilton publicó en 1933 en la que un explorador encuentra en la región
el edén perdido. Le rodea a uno un abanico de diferentes tipos de vida, la
mayoría con profundas raíces en la historia. Pero no por mucho tiempo.
Desafortunadamente, la globalización y el afán homogeneizador del Partido
Comunista ponen en peligro la diversidad natural y étnica de la provincia. Y
nada mejor para confirmarlo que una visita a Lijiang, uno de los centros
turísticos más relevantes del país, publicitado en agencias de viaje como una
de las pocas ciudades antiguas que quedan en pie. En realidad, el lugar se ha
convertido en un parque temático en el que los edificios originales han sido
demolidos para permitir su reconstrucción como locales comerciales con
encanto, y en el que los miembros de las minorías étnicas posan a
cambio de unos yuanes con trajes que jamás vestirían en la vida real. Es más,
muchos ya ni siquiera son capaces de hablar su lengua materna porque el
mandarín es hegemónico en las aulas.
Al sur, la
ciudad de Jinghong es un buen ejemplo de la velocidad a la que se extiende el
holocausto natural que amenaza a todo el país. Ya lo cuenta la ecologista Li
Minguo, cuyo intento por proteger el rico ecosistema del lugar le ha costado
amenazas y un incendio provocado en sus tierras: “El Gobierno está explotando
los recursos de forma insostenible en connivencia con empresas sin ética y
habitantes avariciosos que ven en la venta de sus tierras un atajo para
abandonar sus antiguas tradiciones y disfrutar de una vida moderna que,
finalmente, supone cavar su propia tumba”. Está visto que Yunnan no se escapa a
la filosofía del yin y del yang."
Entendemos como globalización a la tendencia de los mercados y de las empresas a extenderse, alcanzando así una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales.
Se podría denominar a Yunnan como un pequeño paraíso situado en China.
Esta provincia dispone de su carácter más tradicional y milenario y, a su vez, de las últimas tecnologías y avances que abarcan gran parte del planeta gracias al fenómeno de la globalización.
Pero este territorio corre el peligro de perder sus más destacadas costumbres y características que lo hacen único debido al comercio, el turismo y el avance de la globalización.
Por tanto, si no paramos este fenómeno, Yunnan se convertirá en una ciudad más, común como otra cualquiera a su alrededor y se perderá su tradición, costumbres e incluso su lengua materna. Es decir, su esencia caerá en el olvido.
Patricia Colomo Nieto
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