viernes, 30 de mayo de 2014

Goya: 2 y el 3 de mayo de 1808

Carga de los mamelucos / 2 de mayo de 1808

Es importante explicar un poco lo sucedido aquel día, en 1808. Este suceso se produjo por la protesta popular que hubo cuando la situación de incertidumbre surgió tras el Motín de Aranjuez. Esto último sucedió debido a una serie de acciones que desembocaron en eso. Para empezar, está el conocido Tratado de Fontainebleau, el cual disponía que los soldados del ejército de Napoleón entrasen en España para atacar Portugal. La presencia de las tropas, no se vio bien entre la población, los cuales tenían que ofrecerle cobijo y alimento a su paso hasta Portugal.  

Temerosos de que la presencia francesa terminase en una invasión del país, la familia real y Godoy se fueron a Aranjuez con el fin de retirarse hacia el sur si lo necesitaban y marchar a América. Descubierto esto, la nobleza y el clero, con gran participación popular persiguieron la destitución de Godoy y la sucesión del reinado a Fernando VII. Volviendo de nuevo al tema anterior, debido a este suceso, hubo un ambiente de indignación bastante extendido que terminaría posteriormente en la Guerra de la Independencia Española.

Se conoce este día como: La carga de los mamelucos. La resistencia en este día fue feroz, e incluso las tropas napoleónicas tuvieron problemas para terminar con ella. El ejército español por su parte se mantuvo lejos excepto en casos aislados.

Los mamelucos eran soldados egipcios del ejército de Napoleón; el cuadro muestra una escena de la Guerra de Independencia. Sin embargo, tanto este como los “Fusilamientos de la Moncloa” fueron pintados en 1814, cuando lo normal era que lo hiciese en 1808. Se dice que Goya fue un afrancesado: él quería que el ejército napoleónico trajera la Revolución Francesa. Pero en 1813 los franceses inician la retirada y en 1814 ya se han ido: es entonces que Goya, como un modo de “lavar su cara” pinta estos cuadros y retrata la crueldad del ejército francés.

La “Carga de los mamelucos” está situada en la Puerta del Sol. El pueblo de Madrid arroja objetos a los franceses, los increpa, se lanza sobre ellos y reclama la liberación de sus reyes, pues creían que estaban prisioneros. Vemos en consecuencia un abigarramiento de figuras propio del Romanticismo, y también la perspectiva cortada. En el primer plano, tenemos la muerte desgarradora: es algo muy típico de Goya, son sus llamados “guiñapos”. Debemos fijarnos en el soldado francés muerto con la típica bayoneta francesa a un lado; notamos también el salvajismo, por ejemplo en el personaje que clava furioso algo al mameluco. Así pues, esto es el Romanticismo: muerte, violencia… Si los demás cuadros que llevamos vistos hasta ahora de Goya podríamos considerarlos neoclásicos, éste es sin duda romántico. No hay profundidad, sino que está todo abigarrado. Sólo logra profundidad con los edificios de Madrid, difuminados como si la ciudad ardiera. Y usa la pincelada suelta típica del impresionismo, las caras son manchas de color no bien conformadas (si bien el impresionismo no llegaría hasta 1870).

Fusilamientos de la Moncloa/ 3 de mayo de 1808

Al día siguiente, 3 de mayo, fue cuando se llevaron a cabo los fusilamientos de los detenidos el día anterior. Cualquier sospechoso, fue asesinado sin juicio previo. Por lo tanto, este levantamiento terminó siendo un absoluto fracaso del que no pudieron expulsar a los franceses, pero sí dio lugar a la semilla que terminaría en la guerra.

En este cuadro se representa el fusilamiento de aquellos que fueron tomados prisioneros el 2 de mayo. Hay un gran candil del que emana toda la luz, mientras que todo lo demás está escuro. Es como si fuera la luz de la verdad: ilumina a los héroes españoles. A los franceses se les representa como una máquina de matar, sin humanidad, oscuros, sin rostro. Quien sí tiene humanidad son los españoles y, sobre todo, el de blanco: es como Jesucristo en la Cruz. Todos los españoles luchan contra Francia. En los demás personajes se ve la rabia; la actitud de “si hay que morir, moriremos”; otros desesperación y miedo…


En el primer plano tenemos los guiñapos: sangre, muerte, caras destrozadas a causa de las balas; hacia atrás, hay otros españoles aguardando morir. Los scorzos de la derecha nos llevan hacia la figura vestida de blanco, el protagonista. Las bayonetas actúan a modo de líneas de fuga y la montaña de atrás nos para las vista: es decir, las bayonetas nos llevan hacia ahí, la montaña nos para y miramos al de blanco, el protagonista del cuadro. . Es una composición magistral. También aquí debemos hablar de perspectiva cortada, con Madrid de fondo.

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