Carga de los mamelucos / 2 de mayo de 1808
Es importante explicar un poco lo sucedido aquel día,
en 1808. Este suceso se produjo por la protesta popular que hubo cuando la situación de incertidumbre surgió tras el Motín de
Aranjuez. Esto último sucedió debido a una serie de acciones que
desembocaron en eso. Para empezar, está el conocido Tratado de
Fontainebleau, el cual disponía que los soldados del ejército de
Napoleón entrasen en España para atacar Portugal. La presencia de
las tropas, no se vio bien entre la población, los cuales tenían
que ofrecerle cobijo y alimento a su paso hasta Portugal.
Temerosos de que la presencia francesa terminase en
una invasión del país, la familia real y Godoy se fueron a Aranjuez
con el fin de retirarse hacia el sur si lo necesitaban y marchar a
América. Descubierto esto, la nobleza y el clero, con gran
participación popular persiguieron la destitución de Godoy y la
sucesión del reinado a Fernando VII. Volviendo de nuevo al tema
anterior, debido a este suceso, hubo un ambiente de indignación
bastante extendido que terminaría posteriormente en la Guerra de la
Independencia Española.
Se conoce este día como: La carga de los mamelucos.
La resistencia en este día fue feroz, e incluso las tropas
napoleónicas tuvieron problemas para terminar con ella. El ejército
español por su parte se mantuvo lejos excepto en casos aislados.
Los
mamelucos eran soldados egipcios del ejército de Napoleón; el
cuadro muestra una escena de la Guerra de Independencia. Sin embargo,
tanto este como los “Fusilamientos de
la Moncloa” fueron pintados en 1814,
cuando lo normal era que lo hiciese en 1808. Se dice que Goya fue un
afrancesado: él quería que el ejército napoleónico trajera la
Revolución Francesa. Pero en 1813 los franceses inician la retirada
y en 1814 ya se han ido: es entonces que Goya, como un modo de “lavar
su cara” pinta estos cuadros y retrata la crueldad del ejército
francés.
La
“Carga de los mamelucos”
está situada en la Puerta del Sol. El pueblo de Madrid arroja
objetos a los franceses, los increpa, se lanza sobre ellos y reclama
la liberación de sus reyes, pues creían que estaban prisioneros.
Vemos en consecuencia un abigarramiento de figuras propio del
Romanticismo, y también la perspectiva cortada. En el primer plano,
tenemos la muerte desgarradora: es algo muy típico de Goya, son sus
llamados “guiñapos”. Debemos fijarnos en el soldado francés
muerto con la típica bayoneta francesa a un lado; notamos también
el salvajismo, por ejemplo en el personaje que clava furioso algo al
mameluco. Así pues, esto es el Romanticismo: muerte, violencia… Si
los demás cuadros que llevamos vistos hasta ahora de Goya podríamos
considerarlos neoclásicos, éste es sin duda romántico. No hay
profundidad, sino que está todo abigarrado. Sólo logra profundidad
con los edificios de Madrid, difuminados como si la ciudad ardiera. Y
usa la pincelada suelta típica del impresionismo, las caras son
manchas de color no bien conformadas (si bien el impresionismo no
llegaría hasta 1870).
Fusilamientos de la Moncloa/ 3 de mayo de 1808
Al día
siguiente, 3 de mayo, fue cuando se llevaron a cabo los fusilamientos
de los detenidos el día anterior. Cualquier sospechoso, fue
asesinado sin juicio previo. Por lo tanto, este levantamiento terminó
siendo un absoluto fracaso del que no pudieron expulsar a los
franceses, pero sí dio lugar a la semilla que terminaría en la
guerra.
En
este cuadro se representa el fusilamiento de aquellos que fueron
tomados prisioneros el 2 de mayo. Hay un gran candil del que emana
toda la luz, mientras que todo lo demás está escuro. Es como si
fuera la luz de la verdad: ilumina a los héroes españoles. A los
franceses se les representa como una máquina de matar, sin
humanidad, oscuros, sin rostro. Quien sí tiene humanidad son los
españoles y, sobre todo, el de blanco: es como Jesucristo en la
Cruz. Todos los españoles luchan contra Francia. En los demás
personajes se ve la rabia; la actitud de “si hay que morir,
moriremos”; otros desesperación y miedo…
En el
primer plano tenemos los guiñapos: sangre, muerte, caras destrozadas
a causa de las balas; hacia atrás, hay otros españoles aguardando
morir. Los scorzos
de la derecha nos llevan hacia la figura vestida de blanco, el
protagonista. Las bayonetas actúan a modo de líneas de fuga y la
montaña de atrás nos para las vista: es decir, las bayonetas nos
llevan hacia ahí, la montaña nos para y miramos al de blanco, el protagonista del cuadro. . Es
una composición magistral. También aquí debemos hablar de
perspectiva cortada, con Madrid de fondo.
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